viernes, 20 de diciembre de 2013

LA BALLESTA DEL FIN DE LA HISTORIA.




LA BALLESTA DEL FIN DE LA HISTORIA.


A mediados de la década del sesenta, influidos por las películas de romanos y las de caballería contra indios que pasaban semanalmente en los cines Parroquial, Real y el de la Heladeria Laponia, se instaló la guerra de los cinco años en Pilar. Fue el enfrentamiento de “Barrio contra Barrio” de los chicos armados con espadas de madera, largas lanzas de tacuara, escudos de hojalata, caballos de bibicleta y los equipos de guerra  personales propios de los guerreros: hachitas de madera, pulserotas de cuero, honditas, cascos en algún caso, antifaces en otros.

Mi barrio Gral Diaz, o Barrio Rosado ( nada que ver con lo que piensa, era por los arboles quemados)  era temible en las artes de la guerra, por aquellos tiempos, mas que nada por la tenacidad y los recursos naturales y artificiales que tenia a su servicio. Le rodeaban tanto el rio Paraguay como el arroyo Ñeembucu, por citar dos vías de escape y escondite rápido, pero por sobre todo tenía el “Fabrica Bajo”, o sea, el estratégico vertedero de desechos de Manufactura de Pilar S.A una gigantesca fabrica de tejidos.
Todas las tardes, esta gigantesca fabrica que por entonces empleaba a 3000 obreros, botaba a las orillas del arroyo Ñeembucu ( bah.. la contaminación no existía por aquellos tiempos) un cargamento de embalajes, recipientes de metal, tambores, equipos en desuso; todos ellos, reciclados, pasaban a engrosar la infernal maquina de guerra de mi barrio. En verdad, éramos un imperio, deberíamos confesarlo.

Se recuerda una sola batalla perdida en toda la historia de las guerras Barrio contra Barrio, la cual se consumó mediante dos factores determinantes: el factor sorpresa ( la invasión fue la tarde del cumpleaños del Gordo Mendoza cuando todos los coroneles y soldados estaban tomando chocolate y tratando de abrir sus bolsitas de sorpresa) y , en segundo tèrmino, el volumen de los atacantes que estuvo conformado por la asociación de tres barrios unidos, el 12 de Octubre, el San Antonio y la zona del Piso. Algunos memoriosos dicen que hubo hasta 40 niños en aquella espectral aparición de enemigos armados con lanzas y espadas de curupa_y.

El objetivo, entonces,  fue preciso, ocupar la construcción del IPS, que surtía a los ejércitos de mi barrio de un material de inconmensurable valor: piedritas de canto rodado. Inexistentes en estado natural en las tierras bajas del Ñeembucu y importadas de otras regiones solo para la construcción de la vereda perimetral de IPS, edificio de hectárea y media.

El daño material no fue muy considerable. Se alzaron con cuantas.. 10? 20? bolsas de piedritas, pero quedaba aun una montaña. El daño, daño, fue el moral, anímico, para los guerreros del barrio que cuando se enteraron del asalto fueron hasta el lugar de los hechos sin otra arma que las cornetitas de cumpleaños que aun tenían en la mano y fueron corridos a honditazos certeros, probando en sus espaldas el dolor de sus propias piedras en el momento de la veloz huida.

Repuestos de este incidente, mi barrio siguió realizando incursiones en las siestas. Siempre el principal enemigo era el Barrio San Antonio. Portuarios ellos, diestros en el manejo de la espada, niños musculosos y fibrosos fruto de la combinación alquímica del pira caldo y el basquetbol que era un deporte que practicaban con los ojos cerrados.

Las contiendas eran bravas y duraban el tiempo en que las madres de la vecindad salían a tributar sus generosos y ecuánimes cintarazos ( para los chicos  invasores y para los del barrio por igual), lo cual dispersaba a los ejércitos tras unos 10 minutos de intenso enfrentamiento.

Nadie se explica en estos tiempos postmodernos como es posible que los niños de esa generación sobrevivieran sin secuelas de esos recios combates con lanzas afiladas de tacuara, dolorosas espadas de madera y lo que era peor, la acción de la artillería de honditeros, que en ambos contendores se mantenía a una distancia de tiro y que al comienzo y al final del ataque provocaban estragos.

“hoy en día esto provocaría un escandalo con cobertura de la televisión y la participación de la comisión de Derechos Humanos de las cámaras del congreso en estos maricones tiempos “, sostiene ahora Federico Kalender, alias Aquiles (en aquellos tiempos) actualmente Presidente de una Fundaciòn que promueve el rescate de la artesanía en Ñanduti.

La historia de los tiempos es sabia. Construye los trebejos de sus momentos mas portentosos con las mismas piezas; es – se diría – la misma bisagra la que va abriendo todas las puertas. Así como hace 65 millones de años, un gigantesco meteorito de casi 10 km de diámetro colisionó con la Tierra a una velocidad de 50.000 km y puso fin a los dinosaurios y otras especies reinantes; una genialidad elaborada en mi barrio acabó con el lustro de la guerra Barrio contra barrio en Pilar.

Fue aquella vez que se publicó, a fines de 1969, el plano para construir una ballesta en “Mecánica Popular”. Chingolo Burguez, el Comandante Chingolo, mi hermano Mario, el camarada “Oveja” y otros miembros connotados del ejercito del barrio Gral Diaz  se apropiaron furtivamente del ejemplar de la revista , una tarde cuando al retornar de su empleo en el Banco de Fomento, don Ninin Dos Santos dormía la siesta.

Expertos en temas bélicos aseguran que en la Carpinteria de Don Papo se llegaron a fabricar 30 ballestas, otros cronistas mas serios de la época como Papi Encina atestiguan que solo fueron 15, lo cierto es que la incorporación de la ballesta al arsenal de mi barrio dió un giro rotundo al arte de la guerra, provocó un dramático desbalance armamentístico y concomitantemente - similar quizás a la irrupción de la velopoietica, vulgarmente llamada catapulta en los ejércitos de Alejandro Magno o el mismísimo escudo galáctico del señor Ronald Reagan- produjo la desmovilización y el repliegue definitivo de los enemigos.

Trascurrieron cinco años otra vez para que se conociera que las ballestas adolecían de un grave problema en la fijación de la puntería lo cual, en la práctica, provocaría mas estragos en la población de aves que en los enemigos combatientes.

Pero aun así, se recuerda con orgullo aun hoy, la sola aparición de 20 de los nuestros caminando por el centro de la calle, con esas temibles armas solamente visionadas en las películas del matiné de los domingos, lo cual era motivo suficiente para que los chicos de los barrios mas temibles regresaran a la calidez de sus casas, a colgar sus humildes espadas de madera.

De vez en cuando veo fotos en feisbu del Comandante Chingolo, una de las glorias del ejercito imperial del Barrio Gral Diaz - después cantante Pop en mi pueblo -gozando de su adultez mayor en su cómoda casa en los suburbios de New Jersey , botando la nieve en invierno o cenando un pavo en la noche de acción de gracias en homenaje a la cosecha de los peregrinos en 1623. En sus ojos, sigue brillando el alma del guerrero salvaje del barrio rosado.



miércoles, 13 de noviembre de 2013

La estatua fucsia de Villa Moringa.



La Estatua fucsia de Villa Moringa.


Nadie imaginó en Villa Moringa que la decisión de pintar la estatua del Teniente Castillo en fucsia iba a desencadenar semejante conmoción social. Los señores mas serios del pueblo convocaron de inmediato a una misa con el cuerpo presente de la estatua. El viejo cura Perenciolo hizo una especie de exorcismo para ahuyentar los malos espíritus que se posicionaron sobre la humanidad broncínea del “Héroe de los cocoteros” durante la guerra grande. Finalmente decidieron que la culpa era de los putos del pueblo.

En vano apelaron los miembros de la APEVIMO ( Asociaciòn pro embellecimiento de la Villa Moringa) argumentando con aparente sinceridad que la idea de transgredir el tradicional gris del monumento era con la intencionalidad de llamar la atención a los jóvenes del pueblo sobre la historia y sus héroes. “ es un esfuerzo – decía un comunicado- porque las nuevas generaciones entiendan que los héroes son un testimonio viviente y no una simple estructura de bronce en una plaza olvidada”. En vano. Don Armagedón Villalba, viejo historiador del Colegio Nacional de Niñas y Niños,  fue contundente por la radio del pueblo: “aquí lo que se quiere es pervertir una sociedad basada en los principios sagrados de amor a Dios, a la familia y a sus héroes. La mano de los pintores de la estatua del glorioso Teniente Castillo están manchadas por la sangre de la traición a la patria”.

De inmediato se convocó a una reunión en el propio atrio del templo, incluso, según aseguraron luego, con la propia venia y simpatía del Monseñor Giménez,  a la que solo tuvo acceso la gente mas expectable de la población.
La profesora Magdalena de la Sota Barrios fue muy clara en diagnosticar que lo que pasaba en el pueblo es un claro ejemplo de la decadencia moral en la que iba sumiéndose la sociedad actual. El diputado (Cnel.SR) Plurialberto Urdapilleta fue casi paternal cuando intervino pidiendo al párroco un retiro espiritual para los jóvenes que pintaron a “nuestro héroe” porque quizás lo que falta sea “transmitir valores de nuestra raza”. Entre las resoluciones tomadas resaltó la decisión de ir en procesión hasta el  monumento tras la misa del domingo “ y proceder al blanqueo, no solo del héroe, sino de todo el perímetro de la plaza, incluyendo los arboles, en tanto – agrega – el blanco es el símbolo de la puridad que tenemos que recuperar para nuestra sociedad”.

Así se hizo y la comunidad de Villa Moringa recuperó la vieja calma. 

lunes, 16 de septiembre de 2013

EL ARBOL DE HUGO




EL ARBOL DE HUGO 


Costaba un guaraní subir al árbol de Hugo. Una fortuna. Una estafa dirían incluso algunos en el barrio. Pero - que querés- Hugo lo supo "vender"; instaló en lo alto de su copa una plataforma de restos de embalaje e incluso el asiento y el respaldar de dos sillas-cables viejas y abandonadas en el patio de su casa. El aguacate gigante era portentoso y robusto.

Un día al salir de la escuela Hugo se metió en medio de los chicos que volvíamos del 2do grado y nos hizo el comentario. " Si se suben a la punta de mi aguacate se puede ver el arroyo, una parte del circo, media cancha del club y a Maria Elisita, la hija de doña Magna cuando se baña desnuda en su piscina." En el camino se regreso le sacamos muchos datos mas sobre el prodigioso árbol y las circunstancias que se observaban desde su cima.

De hecho, caía de maduro - nunca mejor expresado- que los domingos iríamos a verlo al club jugando con su equipo de primera, fundamentalmente en el segundo tiempo cuando atacaba sobre el arco norte que era el sector que se podía ver desde el árbol de Hugo.

El tema del circo era una cuestión coyuntural, pasajero, se iría la próxima semana del pueblo, lo del arroyo un paisajismo para gente grande; pero, eso sí, el tema de Maria Elsita bañandose desnuda en su piscina parecía groso y fue el tema de las repreguntas durante el regreso.

- Seee, aseguraba Hugo, entre las 4 y las 5 siempre se larga. Bueno, a veces con biquini, atenuó.

- Esigual... - dijo Jacinto que era el mas reposado del grupo, frotándose las manos.

Duró todo el verano ese prospero negocio de Hugo. Todas las tardes recibía una veintena de chicos que tenían una sola imposición, permanecer en silencio allá arriba, no importa que vieran. De hecho- Hugo me explicaría 40 años después - la confidencialidad era la piedra fundamental de ese child-business.
Decía que hizo mucha plata Hugo, ese verano: los chicos llegaban temprano, tipo 2 de la tarde y había una larga fila esperando los gloriosos 30 minutos de estar arriba. Hugo le pillo la vuelta enseguida y entre las 4 y las 5 elevó la tarifa a 2 guaraníes, lo cual generó mucho enojo- justo por cierto- en tanto ello suponía dejar de consumir alimento alguno en el recreo de la mañana, sin que los padres tuvieran información de este sacrificio.
Jamás se pudo ver a Maria Elsita desnuda en la piscina, alguna que otra vez si con una malla "enteriza", que le llamaban, rosada y a motitas rojas, que se recuerde.
..

Lo encontré a HUGO, hace poco, en un exclusivo cafe del Shopping. Yo iba por unos discos y lo encontré sentado, con un cafe y un diario financiero a medio leer.

Hugo! sos hugo?, le dije. ¡Pascualito! ¡Querido! - respondió y nos sentamos juntos a compartir un Juan Valdez.

Pasaron cuatro décadas. Cuando intenté burlarme de su negocio de explotación de la avidez y la curiosidad infantil, este próspero empresario de la construcción - dueño en la actualidad de gigantescos edificios de departamentos - instaló su dedo indice frente a sus labios y me pidió silencio con una sonrisa cómplice.

- Ahora te presentó a mi mujer, me lleva unos años, es lo mejor que me pasó en la vida - dijo y llamó a un hermosa dama que volvía con bolsas de compras, la que se acercó a nuestra mesa con una afabilidad que parecía innata.
- Ella es Maria Elsita, te acordas de Maria Elsita, nuestra vecina? -dijo el desgraciado de Hugo.
- Como no me voy a recordar - atinè a decir.

sábado, 7 de septiembre de 2013

El amargo fin de “Anguja tutú”




El amargo fin de “Anguja tutú”

O Las Multitudes siempre son exitistas

El tio Piringo tenía labia para las sentencias. No la pegaba una al tratar de aplicarlas, pero- quizás fruto de su afecto por las fábulas de Esopo- terminó siendo un surtidor de pensamientos, citas y frases de oportunidad que, lamentablemente, él no era diestro para aplicarlas, oportunamente.

Aquel domingo, por ejemplo, al salir del templo, cuando Don Quintana- traje blanco de brin de hilo y  señora aferrada al brazo- dijo en voz alta: “Que culta y mesurada ha sido la homilía del Padre Waldimiro”, se le escuchó responder al tio Piringo desde atrás.. “ Así es Don Quintana, las multitudes siempre son exitistas”. O sea, eran lindos sus asertos pero nunca le embocaba en su oportunidad.

De cualquier manera lo de las multitudes que siempre son exitistas es lo que me hizo recordar hoy aquel luctuoso suceso del año dos mil cuatro, cuando la eliminatoria de la Copa del Mundo “Albania 2.005”.

Nuestra selección atravesaba muy buen momento, desde el mundial anterior, en Bolivia, donde se llegó a un meritorio “cuarto de final”, la tricolor solo cosechaba éxitos en amistosos y encuentros asignados a “la fecha Fifa”.

Lo cierto es que estábamos henchidos del orgullo y en las calles, en los talleres, en las escuelas, la gente, los niños, los trabajadores, incluso en los cuarteles,  repetían el nombre del onceno paraguayo con la misma fluidez como se citaba la tabla de tres o se cantaba el Himno: Pedotti, en el arco,  Peralta, el “Foiza” Saucedo, Mendieta y “Moringa” Somoza,  Juan Bautista “El Machimbre” Riveros, Pedro Azcona y  Gamón,  adelante- la delantera de oro- Soljancic, Bonjanovich y Cusmanich,  buenos chicos que recalaron en el  país hacía ya dos años, al parecer disconformes con el manejo de ciertos temas de seguridad en su natal Croacia y que - con muy buen criterio- fueron nacionalizados  y puestos al servicio de la tricolor.

Fue un año antes de la eliminatoria cuando se decidió, desde el propio Ministerio de Deportes, convocar a un gran concurso nacional para determinar una mascota que fuera representativa del ser nacional, aclarando un sabio inciso, que “ cuando nos referimos a “ser” no solo aludimos a personas, sino también a plantas y animales”. Lo cual para el gusto de la Sociedad Minerológica del Paraguay excluía injustamente a las piedras. Reclamo que sin embargo fue tibio y finalmente consumido por el entusiasmo del concurso.

Veinte días después, un grupo de personas de importante capacidad intelectual (al que finamente sumaron dos periodistas por una cuestión de visibilidad) se reunió en la Casona Alfano para determinar, de entre todas las opciones plateadas por las 456.986 propuestas remitidas por la ciudadanía, un ser, preferentemente animal, que represente dignamente como mascota a nuestra selección.

En un gesto que no se olvida hasta hoy,  durante los tres días del conclave el tentempié de mediamañana era una gentileza de empanadas Areco y un conocido dirigente deportivo, que incluso luego se postularìa para Presidente, donó sus reconocidas gaseosas para que los asambleístas no pasaran ni hambre ni sed. La tarde del viernes se anunció al país que la mascota seria un animal de origen prehistórico que seguía presente en el campo, fundamentalmente en el sur del país, en la Argentina y en Chile, conocido en tales lares como el Tucu Tucos y aquí como el popular “Anguja tutú”

De inmediato se abrió el segundo sobre, que contenía el nombre de los postulantes a calzar el uniforme de mascota oficial y resultó ganador un mozo del Barrio Trinidad, hijo de un presidente de subseccional y por cierto con preparación técnica como mecànico dental , de nombre Reinaldo Lenguaza.

De una Talabarteria de Zeballos Cuè vino la oferta de elaboración del traje, que se aceptó conociendo la calidad del Talabartero Ortiz en la producción de monturas y cuerdas de arreos para las artes de equitación.  No demoró dos semanas y el traje estaba hecho.

El uniforme de Anguja tutù era..pintoresco…por ponerle una valoración. Exigía mucho sacrificio de su portador, porque como era de cuero, por consiguiente rígido, tapizado con pelo de carpincho, obligaba a Lenguaza a permanecer arrodillado todo el tiempo y a caminar de a cuatro patas. Hacia calor adentro y tenia un problema adicional, no se veía nada, salvo el suelo. O sea, caerse no se iba a caer, pero era imposible que ubicado en la gradería pudiera alzar la cabeza para ver el partido.

Para encontrar una solución, el Gordo Mereles, un técnico de radio, instaló un receptor al interior del traje, con lo cual, Lenguaza podía escuchar el partido y hacer unas piruetas cada vez que el equipo convirtiera un gol o la hinchada produjera la ola. Igual, era muy sacrificado.

 Conste que hubo quejas de la gente malintencionada de siempre - que no puede ver a la gente trabajar-  que lo acuso de Lenguaza de zoquetero por cobrar un sueldo mínimo del Ministerio de Deportes por ese trabajo. Incluso se discutió por las redes si operar el traje del Anguja Tutu era un trabajo técnico o político, discusión que se disipó al tercer día porque era vísperas del primer juego de las eliminatorias de nuestra selección.

El domingo amaneció radiante, el estadio era una fiesta, el juego contra Trinidad y Tobago parecía fácil, incluso hubo rumores que el equipo visitante tenia ciertas falencias técnicas importantes para la pràctica del futbol.  Un cronista que ingresó al ensayo visitante simulando ser cortador de césped asegura que el técnico reunió a los jugadores- morochones todos - e iba señalándoles con el dedo e identificando en voz alta sitios de la cancha:  ¡ arrrrco!! , ¡ Linea del meeeedio!, Banderín del corner!, cosa que algunos creen que fue un invento mas del cronista fisgón.





Cuarenta mil almas colmaban el Estadio Paulinho Filho Guimaraens, estadio donado por la Cámara de Productores de Soja a la Liga Nacional de Futbol. Padres y niños flameaban sus banderitas tricolores, una banda de músicos animaba con canciones patrióticas y el nieto del hombre de Goma, conocido como Gomita elástica,  hacia de saltimbanqui y contorsionista en el medio del césped inmensamente verde.  A las 3 de la tarde ingresó la terna arbitral, los Jamaiquinos Tramaine Austin,  Jermaine Dayle  y Peter Dick. Fueron recibidos como era de esperar por la siempre entusiasta y honesta hinchada nacional: con un estruendoso chiflido.

Minutos después saltó a la cancha el cuadro de Trinidad y Tobago y de inmediato entró la tricolor lo que motivó una explosión de jubilo en las gradas. Cuando se formaron los equipos, y un poco antes de la entonación de los himnos, por los altoparlantes se presentò a la mascota oficial del equipo nacional, el ya popular ANGUJA TUTÚ.
Aplausos, vitores, emociones para el bicho marrón, tieso, pelos de carpincho; que reposaba al pie del palco, casi sin expresión, salvo una banderita tricolor que lograba sacar de la manga derecha, agitándola intensamente, y unos movimientos de izquierda a derecha. Igual gustaba. Igual emocionaba. La gente amaba a su mascota nacional.

A los 14 minutos se produjo una ocasión clara de gol para el combinado nacional, que fue desaprovechada por el Machimbre Riveros. Increiblemente los delanteros paraguacroatas estaban perdidos ese día. Estaban como en otro país.  A los 25 minutos, un tiro libre desde la cabecera del área produjo el primer golpe letal, golazo de Trinidad y Tobago. A los 43 minutos, cuando la esperanza era que el descanso del juego sirviera para replantear las estrategias, otro balonazo con pelota parada y el segundo gol de los morochos.

En el entretiempo la hinchada alentò a la escuadra nacional incluyendo a su mascota en el verso de las artes animatorias. “ Aqui vino aquí està/ la hinchada del angujá” decían incansables las 40 mil gargantas. De nada sirvió . El equipo no solo no se repuso en el segundo tiempo sino estuvo peor. Cinco a cero fue la cifra final de aquel triste domingo del debut.

Fue entre el martes y el miércoles que surgió la versión, casi como un gesto descuidado, sin intención de instalar nada, pero anduvo rondando casi como una chanza inofensiva, aquello que el “Anguja tutu” era mufa. Sin embargo no paso a mayores.

Quince días después, el partido con Bolivia no fue mejor, fue peor. Caímos tres a cero, y pese a que hubo un culpable claro: la altura, ya empezó a generarse lo que llamaría una corriente de opinión en relación a la coincidencia de la presencia del Angujà Tutù en las gradas del Estadio “ Zenon Banzer” de la Paz.

La semana siguiente el partido fue de nuevo en Asunciòn y pese a los aplausos,      -algunos dirían apagados - con que se recibió la presencia de la mascota de la selección en el Estadio de Asunciòn,  el entusiasmo fue decreciendo con el correr de los minutos y el agitar de las redes locales con los goles del rival: Argentina, que nos calzò cuatro goles ya en el primer tiempo.

Luego vino la debacle frente a Peru, la otra derrota, muy dolorosa frente a Grenada, la caída frente a Ecuador y el contundente revés frente a Brasil.  El mal humor general, la inminencia de la desclasificación del mundial, ya estaba francamente orientado hacia un fusible social claro: la mala suerte del Angujà tutù, cuya presencia era no solo cuestionada, sino abiertamente repudiada en los estadios donde la selección disputaba sus encuentros. Habia graffitis en todas las calles contra la mascota. Pasacalles incluso.

Nos quedaban dos juegos, de vida o muerte. El partido frente a Santa Cruz, que se había escindido deportivamente de Bolivia y el juego contra Alaska que ese año jugaba en la llave de América Latina por esos enjuagues que uno nunca alcanza a entender de la FIFA.

Asunciòn era un hervidero. En los programas de radio se amenazaba abiertamente al Anguja Tutu sobre que su sola aparición en el estadio provocaría su inmediato linchamiento.

La primera vez que la mascota no asistió, en toda la temporada fue en el encuentro contra Santa Cruz. La Albirroja no solo ganó, sino goleò, 5 a 1, y Asunciòn se tiño del color de la fiesta. Hubo festejos frente al Panteón y felices especulaciones sobre las posibilidades que se abrían de asistir al repechaje si perdía Venezuela en su juego del sábado y ganaba Paraguay en su encuentro del domingo frente a Alaska.

Durante la Semana, hubo incluso un discurso Presidencial de apoyo a la Selecciòn en el curso del cual el Presidente Rogelio Mauricio Regúnega hizo una clara alusión, en tono de advertencia sobre la necesidad que la ausencia del Anguja Tutu sea una especie de causa nacional. “hemos providenciado ante el Ministerio de deportes la inmediata cancelación del contrato de prestación de servicios del Anguja Tutù, para resguardar tan importante paso de nuestra querida tricolor” anunció el Presidente. El jefe de estado aumentò en 8puntos su popularidad esa semana, solo con tal discurso.

De hecho, cansado de los improperios y amenazas, Lenguaza no tenia el menor interés en asistir al estadio y eso estaba decidido. Sin embargo, la noche del sábado tras la caída de Venezuela y la apertura formal de una ventana de esperanza de clasificación hacia el repechaje, se le presentó una idea estupenda.

Iría al estadio, envolvería su disfraz en una gran bandera, con la colaboración de dos vecinos del Barrio y una vez que la victoria de la Selecciòn fuera irreversible, se calzaría el traje de cuero y lograría, de esta forma su histórica reivindicación.

Y asi fue. Como nadie lo conocía a cara descubierta, entró con tranquilidad acompañado de  sus vecinos Efraín y Federico. El estadio estaba colorido y repleto. Algunos hablaban de setenta mil personas y unas diez mil que quedaron sin poder ingresar. Habia pantallas gigantes por todas partes, en los talleres, en las iglesias, en los reservados.

Para los 20 minutos del primer tiempo la Selecciòn ya derrotaba dos a cero al onceno alaskeño. Algunos aseguraban que “los esquimales” como le llamaban los relatores deportivos , sufrían mucho el calor del verano paraguayo y así debía ser  porque había un constante desmayo de los carrileros contrarios.
El estadio se derrumbaba de la Alegría. Entre tanto Lenguaza vibraba como un aficionado màs en el estadio, pero a los treinta del segundo tiempo, cuando un relator mechaba el tema de su ausencia en términos de decir “ gracias Dios el Anjuja tutù es solo un mal recuerdo..”, algo le hizo un click, y fue cuando decidió que era momento de lavar su buen nombre.

Del montículo de tela de la bandera, retiró con la ayuda de sus vecinos el traje de Anguja Tutú. Los primeros espectadores del sector de plateas que advirtieron el operativo empezaron a alarmarse y a generar protestas.  Incluso un grupo que era rápido para los estribillos armò rápido una advertencia que empezó a instalarse en la garganta de cinco mil, luego diez mil personas de ese sector…

Anguja, anguja, la puta que te pariò
Te poné el traje de mierda
Y te colgamo del panteón…

A los 35 minutos el resultado ya era irreversible. Dos a cero mas viento a favor, mas la selección jugando como los dioses, no había nada que esperar. Era solo calzarse el traje y subir al carro del vencedor. “Para el pitazo final del arbitro se olvidarán del villano y el anguja volverá a ser el semi dios” , argumentò casi a los gritos a sus acompañantes.

Le ayudaron a calzarse el ridículo traje de cuero y en la medida en que el publico se disgustaba y ya le gritaban improperios desde todos los costados del estadio, sus amigos decidieron dejarlo solo. Allí,  quieto al pie de las sillas de la parte baja, con su banderita tricolor apenas saliendo y agitada en la mano derecha.

Anguja, Anguja, como no te soporto
La concha de tu madre
Sacate ya ese traje
O te rompemos el or…

Era el grito de ochenta mil personas.  ( se incluía a los de las pantallas gigantes)

A los 43 minutos hubo una muy mala noticia. Increiblemente descontò Alaska con un gol de mediacancha del carrilero Yakutat, cuyo único merito anterior era ser un buen cazador de nutrias en la Península de Valdez.
De inmediato todos los rostros giraron hacia esa cosa de cuero, con pelos de carpincho instalada en los bajos de la platea, ya no le cantaban improperios, sencillamente esas sesenta mil bocas babeaban ira.

No  fue lo peor. Lo peor pasó a los 47, tiempo de descuento. Primer córner para Alaska, centro de “Amizclero” Yakutat y cabeza de Vladimiro Bejarov , mítico centrodelantero de 52 años, rescatado de un lejano iglú del Estrecho de Bering, , y gol. E mpate de Alaska y fin de cualquier esperanza de llegar al mundial.

Aquello fue así:  Hubo un momento de silencio. Luego sucedió:  Un grupo de tres mil personas asaltaron el sitio donde se encontraba la mascota. Lo lanzaron por los aires hasta el escenario de juego. Unas diez mil que ingresó a la cancha destruyendo el alambrado perimetral, por el impulso de la furia irreprimible, lo hicieron rodar a patadas en una especie de vuelta olímpica alrededor de la cancha.
La barra brava aportó luego todos sus explosivos preparados para la segura victoria con lo cual hicieron una pira en cuya cima colocaron a la mascota con Lenguaza a bordo. Encendieron la mecha y el Anguja tutú y su tripulante volaron por los aires.

En  los bajos un puerto privado de Villeta,  24 horas después, rescataron algunos restos del Angujà tutú, aun humeantes.

Al día siguiente, cuando enseñaban en el canal 9 las imágenes tétricas de la mascota destrozada, el tío Piringo que al toque podría haber dicho aquello de las multitudes exitistas, sorbió un mate y dijo algo así como “el hombre se preocupa por los amaneceres como si el sol viviera en los calendarios..”

Y de nuevo nadie le entendió.-

TODO LO QUE SE PUEDE VER DURANTE UN SEMAFORO EN ROJO AMANECIENDO AL DIA SIGUIENTE DE LA NOCHE DE BRUJAS

  Dos nubes negras, las únicas, empujan al sol y amanece. Las aves que se escuchan por las ventanas abiertas del automóvil, en la desierta a...