sábado, 7 de septiembre de 2013

El amargo fin de “Anguja tutú”




El amargo fin de “Anguja tutú”

O Las Multitudes siempre son exitistas

El tio Piringo tenía labia para las sentencias. No la pegaba una al tratar de aplicarlas, pero- quizás fruto de su afecto por las fábulas de Esopo- terminó siendo un surtidor de pensamientos, citas y frases de oportunidad que, lamentablemente, él no era diestro para aplicarlas, oportunamente.

Aquel domingo, por ejemplo, al salir del templo, cuando Don Quintana- traje blanco de brin de hilo y  señora aferrada al brazo- dijo en voz alta: “Que culta y mesurada ha sido la homilía del Padre Waldimiro”, se le escuchó responder al tio Piringo desde atrás.. “ Así es Don Quintana, las multitudes siempre son exitistas”. O sea, eran lindos sus asertos pero nunca le embocaba en su oportunidad.

De cualquier manera lo de las multitudes que siempre son exitistas es lo que me hizo recordar hoy aquel luctuoso suceso del año dos mil cuatro, cuando la eliminatoria de la Copa del Mundo “Albania 2.005”.

Nuestra selección atravesaba muy buen momento, desde el mundial anterior, en Bolivia, donde se llegó a un meritorio “cuarto de final”, la tricolor solo cosechaba éxitos en amistosos y encuentros asignados a “la fecha Fifa”.

Lo cierto es que estábamos henchidos del orgullo y en las calles, en los talleres, en las escuelas, la gente, los niños, los trabajadores, incluso en los cuarteles,  repetían el nombre del onceno paraguayo con la misma fluidez como se citaba la tabla de tres o se cantaba el Himno: Pedotti, en el arco,  Peralta, el “Foiza” Saucedo, Mendieta y “Moringa” Somoza,  Juan Bautista “El Machimbre” Riveros, Pedro Azcona y  Gamón,  adelante- la delantera de oro- Soljancic, Bonjanovich y Cusmanich,  buenos chicos que recalaron en el  país hacía ya dos años, al parecer disconformes con el manejo de ciertos temas de seguridad en su natal Croacia y que - con muy buen criterio- fueron nacionalizados  y puestos al servicio de la tricolor.

Fue un año antes de la eliminatoria cuando se decidió, desde el propio Ministerio de Deportes, convocar a un gran concurso nacional para determinar una mascota que fuera representativa del ser nacional, aclarando un sabio inciso, que “ cuando nos referimos a “ser” no solo aludimos a personas, sino también a plantas y animales”. Lo cual para el gusto de la Sociedad Minerológica del Paraguay excluía injustamente a las piedras. Reclamo que sin embargo fue tibio y finalmente consumido por el entusiasmo del concurso.

Veinte días después, un grupo de personas de importante capacidad intelectual (al que finamente sumaron dos periodistas por una cuestión de visibilidad) se reunió en la Casona Alfano para determinar, de entre todas las opciones plateadas por las 456.986 propuestas remitidas por la ciudadanía, un ser, preferentemente animal, que represente dignamente como mascota a nuestra selección.

En un gesto que no se olvida hasta hoy,  durante los tres días del conclave el tentempié de mediamañana era una gentileza de empanadas Areco y un conocido dirigente deportivo, que incluso luego se postularìa para Presidente, donó sus reconocidas gaseosas para que los asambleístas no pasaran ni hambre ni sed. La tarde del viernes se anunció al país que la mascota seria un animal de origen prehistórico que seguía presente en el campo, fundamentalmente en el sur del país, en la Argentina y en Chile, conocido en tales lares como el Tucu Tucos y aquí como el popular “Anguja tutú”

De inmediato se abrió el segundo sobre, que contenía el nombre de los postulantes a calzar el uniforme de mascota oficial y resultó ganador un mozo del Barrio Trinidad, hijo de un presidente de subseccional y por cierto con preparación técnica como mecànico dental , de nombre Reinaldo Lenguaza.

De una Talabarteria de Zeballos Cuè vino la oferta de elaboración del traje, que se aceptó conociendo la calidad del Talabartero Ortiz en la producción de monturas y cuerdas de arreos para las artes de equitación.  No demoró dos semanas y el traje estaba hecho.

El uniforme de Anguja tutù era..pintoresco…por ponerle una valoración. Exigía mucho sacrificio de su portador, porque como era de cuero, por consiguiente rígido, tapizado con pelo de carpincho, obligaba a Lenguaza a permanecer arrodillado todo el tiempo y a caminar de a cuatro patas. Hacia calor adentro y tenia un problema adicional, no se veía nada, salvo el suelo. O sea, caerse no se iba a caer, pero era imposible que ubicado en la gradería pudiera alzar la cabeza para ver el partido.

Para encontrar una solución, el Gordo Mereles, un técnico de radio, instaló un receptor al interior del traje, con lo cual, Lenguaza podía escuchar el partido y hacer unas piruetas cada vez que el equipo convirtiera un gol o la hinchada produjera la ola. Igual, era muy sacrificado.

 Conste que hubo quejas de la gente malintencionada de siempre - que no puede ver a la gente trabajar-  que lo acuso de Lenguaza de zoquetero por cobrar un sueldo mínimo del Ministerio de Deportes por ese trabajo. Incluso se discutió por las redes si operar el traje del Anguja Tutu era un trabajo técnico o político, discusión que se disipó al tercer día porque era vísperas del primer juego de las eliminatorias de nuestra selección.

El domingo amaneció radiante, el estadio era una fiesta, el juego contra Trinidad y Tobago parecía fácil, incluso hubo rumores que el equipo visitante tenia ciertas falencias técnicas importantes para la pràctica del futbol.  Un cronista que ingresó al ensayo visitante simulando ser cortador de césped asegura que el técnico reunió a los jugadores- morochones todos - e iba señalándoles con el dedo e identificando en voz alta sitios de la cancha:  ¡ arrrrco!! , ¡ Linea del meeeedio!, Banderín del corner!, cosa que algunos creen que fue un invento mas del cronista fisgón.





Cuarenta mil almas colmaban el Estadio Paulinho Filho Guimaraens, estadio donado por la Cámara de Productores de Soja a la Liga Nacional de Futbol. Padres y niños flameaban sus banderitas tricolores, una banda de músicos animaba con canciones patrióticas y el nieto del hombre de Goma, conocido como Gomita elástica,  hacia de saltimbanqui y contorsionista en el medio del césped inmensamente verde.  A las 3 de la tarde ingresó la terna arbitral, los Jamaiquinos Tramaine Austin,  Jermaine Dayle  y Peter Dick. Fueron recibidos como era de esperar por la siempre entusiasta y honesta hinchada nacional: con un estruendoso chiflido.

Minutos después saltó a la cancha el cuadro de Trinidad y Tobago y de inmediato entró la tricolor lo que motivó una explosión de jubilo en las gradas. Cuando se formaron los equipos, y un poco antes de la entonación de los himnos, por los altoparlantes se presentò a la mascota oficial del equipo nacional, el ya popular ANGUJA TUTÚ.
Aplausos, vitores, emociones para el bicho marrón, tieso, pelos de carpincho; que reposaba al pie del palco, casi sin expresión, salvo una banderita tricolor que lograba sacar de la manga derecha, agitándola intensamente, y unos movimientos de izquierda a derecha. Igual gustaba. Igual emocionaba. La gente amaba a su mascota nacional.

A los 14 minutos se produjo una ocasión clara de gol para el combinado nacional, que fue desaprovechada por el Machimbre Riveros. Increiblemente los delanteros paraguacroatas estaban perdidos ese día. Estaban como en otro país.  A los 25 minutos, un tiro libre desde la cabecera del área produjo el primer golpe letal, golazo de Trinidad y Tobago. A los 43 minutos, cuando la esperanza era que el descanso del juego sirviera para replantear las estrategias, otro balonazo con pelota parada y el segundo gol de los morochos.

En el entretiempo la hinchada alentò a la escuadra nacional incluyendo a su mascota en el verso de las artes animatorias. “ Aqui vino aquí està/ la hinchada del angujá” decían incansables las 40 mil gargantas. De nada sirvió . El equipo no solo no se repuso en el segundo tiempo sino estuvo peor. Cinco a cero fue la cifra final de aquel triste domingo del debut.

Fue entre el martes y el miércoles que surgió la versión, casi como un gesto descuidado, sin intención de instalar nada, pero anduvo rondando casi como una chanza inofensiva, aquello que el “Anguja tutu” era mufa. Sin embargo no paso a mayores.

Quince días después, el partido con Bolivia no fue mejor, fue peor. Caímos tres a cero, y pese a que hubo un culpable claro: la altura, ya empezó a generarse lo que llamaría una corriente de opinión en relación a la coincidencia de la presencia del Angujà Tutù en las gradas del Estadio “ Zenon Banzer” de la Paz.

La semana siguiente el partido fue de nuevo en Asunciòn y pese a los aplausos,      -algunos dirían apagados - con que se recibió la presencia de la mascota de la selección en el Estadio de Asunciòn,  el entusiasmo fue decreciendo con el correr de los minutos y el agitar de las redes locales con los goles del rival: Argentina, que nos calzò cuatro goles ya en el primer tiempo.

Luego vino la debacle frente a Peru, la otra derrota, muy dolorosa frente a Grenada, la caída frente a Ecuador y el contundente revés frente a Brasil.  El mal humor general, la inminencia de la desclasificación del mundial, ya estaba francamente orientado hacia un fusible social claro: la mala suerte del Angujà tutù, cuya presencia era no solo cuestionada, sino abiertamente repudiada en los estadios donde la selección disputaba sus encuentros. Habia graffitis en todas las calles contra la mascota. Pasacalles incluso.

Nos quedaban dos juegos, de vida o muerte. El partido frente a Santa Cruz, que se había escindido deportivamente de Bolivia y el juego contra Alaska que ese año jugaba en la llave de América Latina por esos enjuagues que uno nunca alcanza a entender de la FIFA.

Asunciòn era un hervidero. En los programas de radio se amenazaba abiertamente al Anguja Tutu sobre que su sola aparición en el estadio provocaría su inmediato linchamiento.

La primera vez que la mascota no asistió, en toda la temporada fue en el encuentro contra Santa Cruz. La Albirroja no solo ganó, sino goleò, 5 a 1, y Asunciòn se tiño del color de la fiesta. Hubo festejos frente al Panteón y felices especulaciones sobre las posibilidades que se abrían de asistir al repechaje si perdía Venezuela en su juego del sábado y ganaba Paraguay en su encuentro del domingo frente a Alaska.

Durante la Semana, hubo incluso un discurso Presidencial de apoyo a la Selecciòn en el curso del cual el Presidente Rogelio Mauricio Regúnega hizo una clara alusión, en tono de advertencia sobre la necesidad que la ausencia del Anguja Tutu sea una especie de causa nacional. “hemos providenciado ante el Ministerio de deportes la inmediata cancelación del contrato de prestación de servicios del Anguja Tutù, para resguardar tan importante paso de nuestra querida tricolor” anunció el Presidente. El jefe de estado aumentò en 8puntos su popularidad esa semana, solo con tal discurso.

De hecho, cansado de los improperios y amenazas, Lenguaza no tenia el menor interés en asistir al estadio y eso estaba decidido. Sin embargo, la noche del sábado tras la caída de Venezuela y la apertura formal de una ventana de esperanza de clasificación hacia el repechaje, se le presentó una idea estupenda.

Iría al estadio, envolvería su disfraz en una gran bandera, con la colaboración de dos vecinos del Barrio y una vez que la victoria de la Selecciòn fuera irreversible, se calzaría el traje de cuero y lograría, de esta forma su histórica reivindicación.

Y asi fue. Como nadie lo conocía a cara descubierta, entró con tranquilidad acompañado de  sus vecinos Efraín y Federico. El estadio estaba colorido y repleto. Algunos hablaban de setenta mil personas y unas diez mil que quedaron sin poder ingresar. Habia pantallas gigantes por todas partes, en los talleres, en las iglesias, en los reservados.

Para los 20 minutos del primer tiempo la Selecciòn ya derrotaba dos a cero al onceno alaskeño. Algunos aseguraban que “los esquimales” como le llamaban los relatores deportivos , sufrían mucho el calor del verano paraguayo y así debía ser  porque había un constante desmayo de los carrileros contrarios.
El estadio se derrumbaba de la Alegría. Entre tanto Lenguaza vibraba como un aficionado màs en el estadio, pero a los treinta del segundo tiempo, cuando un relator mechaba el tema de su ausencia en términos de decir “ gracias Dios el Anjuja tutù es solo un mal recuerdo..”, algo le hizo un click, y fue cuando decidió que era momento de lavar su buen nombre.

Del montículo de tela de la bandera, retiró con la ayuda de sus vecinos el traje de Anguja Tutú. Los primeros espectadores del sector de plateas que advirtieron el operativo empezaron a alarmarse y a generar protestas.  Incluso un grupo que era rápido para los estribillos armò rápido una advertencia que empezó a instalarse en la garganta de cinco mil, luego diez mil personas de ese sector…

Anguja, anguja, la puta que te pariò
Te poné el traje de mierda
Y te colgamo del panteón…

A los 35 minutos el resultado ya era irreversible. Dos a cero mas viento a favor, mas la selección jugando como los dioses, no había nada que esperar. Era solo calzarse el traje y subir al carro del vencedor. “Para el pitazo final del arbitro se olvidarán del villano y el anguja volverá a ser el semi dios” , argumentò casi a los gritos a sus acompañantes.

Le ayudaron a calzarse el ridículo traje de cuero y en la medida en que el publico se disgustaba y ya le gritaban improperios desde todos los costados del estadio, sus amigos decidieron dejarlo solo. Allí,  quieto al pie de las sillas de la parte baja, con su banderita tricolor apenas saliendo y agitada en la mano derecha.

Anguja, Anguja, como no te soporto
La concha de tu madre
Sacate ya ese traje
O te rompemos el or…

Era el grito de ochenta mil personas.  ( se incluía a los de las pantallas gigantes)

A los 43 minutos hubo una muy mala noticia. Increiblemente descontò Alaska con un gol de mediacancha del carrilero Yakutat, cuyo único merito anterior era ser un buen cazador de nutrias en la Península de Valdez.
De inmediato todos los rostros giraron hacia esa cosa de cuero, con pelos de carpincho instalada en los bajos de la platea, ya no le cantaban improperios, sencillamente esas sesenta mil bocas babeaban ira.

No  fue lo peor. Lo peor pasó a los 47, tiempo de descuento. Primer córner para Alaska, centro de “Amizclero” Yakutat y cabeza de Vladimiro Bejarov , mítico centrodelantero de 52 años, rescatado de un lejano iglú del Estrecho de Bering, , y gol. E mpate de Alaska y fin de cualquier esperanza de llegar al mundial.

Aquello fue así:  Hubo un momento de silencio. Luego sucedió:  Un grupo de tres mil personas asaltaron el sitio donde se encontraba la mascota. Lo lanzaron por los aires hasta el escenario de juego. Unas diez mil que ingresó a la cancha destruyendo el alambrado perimetral, por el impulso de la furia irreprimible, lo hicieron rodar a patadas en una especie de vuelta olímpica alrededor de la cancha.
La barra brava aportó luego todos sus explosivos preparados para la segura victoria con lo cual hicieron una pira en cuya cima colocaron a la mascota con Lenguaza a bordo. Encendieron la mecha y el Anguja tutú y su tripulante volaron por los aires.

En  los bajos un puerto privado de Villeta,  24 horas después, rescataron algunos restos del Angujà tutú, aun humeantes.

Al día siguiente, cuando enseñaban en el canal 9 las imágenes tétricas de la mascota destrozada, el tío Piringo que al toque podría haber dicho aquello de las multitudes exitistas, sorbió un mate y dijo algo así como “el hombre se preocupa por los amaneceres como si el sol viviera en los calendarios..”

Y de nuevo nadie le entendió.-

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