EL ARBOL DE HUGO
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Costaba un guaraní subir al árbol de Hugo. Una fortuna. Una estafa dirían incluso algunos en el barrio. Pero - que querés- Hugo lo supo "vender"; instaló en lo alto de su copa una plataforma de restos de embalaje e incluso el asiento y el respaldar de dos sillas-cables viejas y abandonadas en el patio de su casa. El aguacate gigante era portentoso y robusto.
Un día al salir de la escuela Hugo se metió en medio de los chicos que volvíamos del 2do grado y nos hizo el comentario. " Si se suben a la punta de mi aguacate se puede ver el arroyo, una parte del circo, media cancha del club y a Maria Elisita, la hija de doña Magna cuando se baña desnuda en su piscina." En el camino se regreso le sacamos muchos datos mas sobre el prodigioso árbol y las circunstancias que se observaban desde su cima.
De hecho, caía de maduro - nunca mejor expresado- que los domingos iríamos a verlo al club jugando con su equipo de primera, fundamentalmente en el segundo tiempo cuando atacaba sobre el arco norte que era el sector que se podía ver desde el árbol de Hugo.
El tema del circo era una cuestión coyuntural, pasajero, se iría la próxima semana del pueblo, lo del arroyo un paisajismo para gente grande; pero, eso sí, el tema de Maria Elsita bañandose desnuda en su piscina parecía groso y fue el tema de las repreguntas durante el regreso.
- Seee, aseguraba Hugo, entre las 4 y las 5 siempre se larga. Bueno, a veces con biquini, atenuó.
- Esigual... - dijo Jacinto que era el mas reposado del grupo, frotándose las manos.
Duró todo el verano ese prospero negocio de Hugo. Todas las tardes recibía una veintena de chicos que tenían una sola imposición, permanecer en silencio allá arriba, no importa que vieran. De hecho- Hugo me explicaría 40 años después - la confidencialidad era la piedra fundamental de ese child-business.
Decía que hizo mucha plata Hugo, ese verano: los chicos llegaban temprano, tipo 2 de la tarde y había una larga fila esperando los gloriosos 30 minutos de estar arriba. Hugo le pillo la vuelta enseguida y entre las 4 y las 5 elevó la tarifa a 2 guaraníes, lo cual generó mucho enojo- justo por cierto- en tanto ello suponía dejar de consumir alimento alguno en el recreo de la mañana, sin que los padres tuvieran información de este sacrificio.
Jamás se pudo ver a Maria Elsita desnuda en la piscina, alguna que otra vez si con una malla "enteriza", que le llamaban, rosada y a motitas rojas, que se recuerde.
..
Lo encontré a HUGO, hace poco, en un exclusivo cafe del Shopping. Yo iba por unos discos y lo encontré sentado, con un cafe y un diario financiero a medio leer.
Hugo! sos hugo?, le dije. ¡Pascualito! ¡Querido! - respondió y nos sentamos juntos a compartir un Juan Valdez.
Pasaron cuatro décadas. Cuando intenté burlarme de su negocio de explotación de la avidez y la curiosidad infantil, este próspero empresario de la construcción - dueño en la actualidad de gigantescos edificios de departamentos - instaló su dedo indice frente a sus labios y me pidió silencio con una sonrisa cómplice.
- Ahora te presentó a mi mujer, me lleva unos años, es lo mejor que me pasó en la vida - dijo y llamó a un hermosa dama que volvía con bolsas de compras, la que se acercó a nuestra mesa con una afabilidad que parecía innata.
- Ella es Maria Elsita, te acordas de Maria Elsita, nuestra vecina? -dijo el desgraciado de Hugo.
- Como no me voy a recordar - atinè a decir.
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