jueves, 24 de julio de 2014

Sucios eran los de antes.


Sucios eran los de antes.

Yo recuerdo el miedo que nos daban los ataques del Atlético “Turismo y Deportes” cuando el que comandaba la patota ofensiva era “El espino” Peralta.

Morocho, metro ochenta, con las piernas brillantes y músculos que parecían querer escaparse de su todo mientras corría levantando polvareda en el viejo estadio de la Mutual de Obreros y estibadores navales.

No solo era boca sucia el negro, sucia pero sucia, sino tenia esa forma de acercar el rostro para reclamar cosas que intimidaba a los referis, incluso al valiente del coronel Mandivieso que de tanto en tanto pitaba en aquellas jornadas de la 3era divisional.
Con los centrales que trataban de pararlo era aun peor. Sus datos de intimidación no tenia que ver con la madre de uno, lo cual sería casi una sutileza para “El espino”, noo, en los forcejeos pronunciaba amenazas, te recordaba cosas de tu novia, la hora en que tu hermanito salía de la escuela o directamente te amenazaba de muerte.

Un ataque del Espino Peralta era una inquietud propiamente para el kinesiólogo Fernández, en nuestro banco,para los padres de uno que miraban desde las gradas y para el único médico del pueblo.

En los tiros de esquina la cosa pasaba a ser directamente dolorosa. Nadie sabía donde escondía esa espina de cocotero que utilizaba para aliviar la carga de hombres encima en el afán de evitar su cabezazo. En el hospital del pueblo desfilaban al día siguiente zagueros con agujeritos negros en la espalda y hasta en las pantorrillas.

Decí que los lunes a primera hora ya estaba atendiendo a las señoritas en su peluquería para damas y te daba vergüenza denunciarlo porque capaz el maricòn terminabas siendo vos.-





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