lunes, 15 de julio de 2013

EL CHICLE Y LA ALCANTARILLA




EL CHICLE Y LA ALCANTARILLA

A principios de los 70,en ese rincón del mundo llamado Pilar, había tres cines para que los chicos pudieran elegir a la hora del Matinè dominical ( muchísimo para una little city de 14 mil habitantes). 

Lo divertido del matinée no eran solamente las películas sino la posibilidad del trafico de cómics, que se realizaba adentro o afuera de la sala. Uno llevaba un promedio de 20 o 30 revistas y se procedía al intercambio. El interesado en intercambiar y vos "pasaban revista" rápidamente a las revistas del otro, y respondías con la palabra: ya, ya, ya, ya, ya, en la medida en que eran números ya leídos. Decías epppeepepe ( todavía no había nacido esta enigmática banda del norte) cuando querías que paren en una de ellas para cerciorarte que esa era la que buscabas. 



Muchos chicos venían con sus revistas, aunque algunos traían tantas que parecían una montaña de revistas con dos patas caminando hacia el cine.
Ademas de las revistas y las películas, el matinée tenía otros atractivos, como ver a la trigueñita del 3ro A. Era mas fácil si era en el cine Real porque en los cines Parroquiales del centro y del Barrio Obrero separaban a los niños y a las niñas en filas distintas. Antoñito era el acomodador en el "Parroquial" y guay si producías una aproximación, che, se te caía con una linterna de 14 elementos casi tan grande como èl que era un personaje diminuto pero gigantesco en anécdotas.
Ademas de la película, las revistas y las niñas del 3ero A, y Antoñito, si jugabas en la 6ta del Gral Diaz, como yo ( recio carrilero que opto por colgar los botines antes de la 5ta) y lograbas un gol, también te ganabas una entrada, lo cual no disimulabas- ante todos -que se debía a tu éxito como deportista.
Ademas de la película, las revistas, las niñas del 3ro, Antoñito y las entradas de premio, vos te ibas porque te encontrabas con los amigos queridos que no siempre eran tus compañeros de la escuela o que aprendiste a hacerlos intercambiando revistas o en el fútbol de la cuadra.
Entrar al matinè costaba 15 guaranies, mas una coca y una galletita Rumba tenias que preparar "un 20". ( La coca cola con la Rumba consumidas al unisono provoca un efecto infatilucinógeno)

Lo cierto es que aquella tarde fueron a buscar a un amigo en el Barrio San Antonio, porque la cosa era compartir, no?
Frente a la casa de este amigo había una pequeña alcantarilla, una obrita que permitía que el agua escurra sin dificultar el transito en una esquina.

Ustedes saben que hay un duende que determina, con mandato imperativo, en que lugares se debían reunir los chicos, en ese tiempo. A veces elegía una esquina, la veredita de una casa, el árbol de mediacalle, la esquina, un montón de piedritas. Pero lo cierto es que en esa vecindad eligió la alcantarilla. Es mas, alguno ya dijo después que por el cursito de agua que pasaba abajo en los días de lluvia se veían cardúmenes de mojarrillas, pero - todo bola- según Pepin Borba que fue varias veces - con lluvia - a controlar.

Ese día había buen sol. El amigo los recibió frente a su casa, estaba decaído, desanimado. Cuando le preguntaron que le pasaba, no dijo sino
- no me voy al matinè, estoy sogue... solo tenía 7.
En su mano ya lucía una caja de Chicles Adams que costaba esa suma.
Le palmotearon la espalda y le dijeron cuanto sentían que no pudiera acompañarlos y ya giraban sobre sus talones para continuar el rumbo hacia el Matinee cuando a uno se le ocurrió preguntarle
- Y que vas a hacer?
- Me voy a quedar nomás a masticar chicle en la alcantarilla - respondió.

Hasta hoy me divierte y me conmueve



Augusto dos Santos/Incienso y Choripán - Jul.13

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