SE LLAMABA ROBERTO, LA PANTERA LE DECIAN...



Se llamaba Roberto.


la pantera le decían, 
en un bolsillo tenìa a la hinchada mas grande del mundo, la de Boca, en otro guardaba nuestros corazones de pilarenses, de cerristas, de paraguayos.

Transportar, no transportaba la pelota: escribía con ella sobre la cancha, con los dedos suaves de un fígaro, con la misma suavidad con la que aprendió a correr la de trapo en los arenales de su cuadra de la calle Colón; arenales que – por cierto- devoran a temprana edad a los pataduras para los asuntos del futbol.

Bastaba verlo llegar al centro de la cancha en el primer ataque para ver que era un toro que no iba a regalar la oreja.

No corría, modelaba así en el césped, como en el piso sintético, que por entonces era exclusivo de los gringos; pecho altivo, mediasonrisa pícara indeleble y por sobre todo, esa elegancia indespeinable, que, con el avance del juego no lo consigue sostener cualquiera…aunque se vista de seda.

Cuando la Pantera detenía el balón a metros del área grande- cuando la amasaba- parecía eterno; ocupaba medio día su oficio de mirar para todas partes y colocar luego el boomerang de su pase -que Pitàgoras no lo habría calculado mejor - y que, boomerang al fin, siempre volvía para su remate final y las redes.

Pero cuidado, no pretendas que el gol fuera un patadón como los que gritamos ahora enardecidos y agradecidos de los pies de nuestros delanteros; naaa, era la misma "magia cabañas" , el hilván de seda de una araña florentina, el último plano de Da Vinci, el pentagrama de Vinicius tras su cuarto escocés.

Yo tenia un pequeño periódico en mi pueblo, se llamaba PANORAMA. Lo entrevistè al pie de un avión privado que había arribado a la pista de césped del “Batallòn 40” allà por el 81. Y me conto que estaba feliz porque desde Pilar con el Capitan Bado, de desde Asunciòn con el Ciclón, lo venían a buscar para el Cosmos, sí el Cosmos de Nueva York, y de Pelè, y de Beckembauer, para que te voy a decir lo que era el Cosmos de entonces.

La Pantera no tenía ni la arrogancia de Chilavert ni la humildad “For Sale” de Romerito; no necesitaba actuar porque era El mismo, e indivisible. Sabia ganarse amores y odios, pero tenia un perfecto conocimiento de donde se pintaban los lindes de la cancha y adonde comenzaba el continente del trato amable en el universo del fútbol.

Roberto se llamaba. Roberto Cabañas. La Pantera le decían. Un mitaí que aprendió a ser un genio con los pies en un pueblo de Basquetbolistas, si te apetece un dato mas.

Y vos me hablas del “escorpión” de Higuitas y yo te banco la emoción, pero dejame contarte lo que pasaba 10 años antes en el Cosmos de Nueva York… 

bah… no te cuento nada, ve el video de abajo, y conocelo.

http://www.youtube.com/watch?v=Mmqx-3pFwx4

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