sábado, 11 de agosto de 2018

EL CAPRICHOSO DESTINO DE LAS PALABRAS.


Hoy recordaba al maestro Fontanarrosa, cuando miraba la tele y veía un reporte sobre los niños de una escuela a la que invadieron los piojos. Y lo recordaba al maestro por aquello del peso específico de las palabras.
Vos mirá lo que pasa con PEDICULOSIS. Palabra gruesa como pocas, injustamente relegada a una denuncia menor, piojosa, te diría. Así, muchas palabras son injustas no solo con ellas mismas sino con lo que pudieran haber sido - y representado - y no lo son.
Hay otras que se presentan solas: zafarrancho, mamarracho, miserable, suave, sutil, susurro, y que vos decís, ésa palabra es ella misma. Pero que hace “METABOLISMO” - por ejemplo- tratando de representar un proceso fisiológico siendo que de una caía como la traducción al español de la palabra Basquetbol.
A mi me cuesta creer que a esta altura del campeonato se siga exponiendo a la gente, que ya hace gran esfuerzo para ser considerado el padre de alguien en sociedad aunque en realidad no sea; encima, a que lo llamemos padre PUTATIVO, pretendiendo que esa palabrita pase desapercibida cuando que en realidad al solo pronunciarla esbozan una media sonrisa cómplice todos alrededor e incluso el propio putativos ese.
O ahí la tenés a la palabra CORRUPTO, que todavía intenta sobrevivir en la solemne liviandad de su expresión original en tanto todo el mundo sabe que su verdadero peso y sentencia ocurre cuando se la pronuncia CORRUCTO.
Nuestro Barrio supo acuñar cuatro década atrás la expresión : “TEREHONA HEÚ LOTÓ”. Muchos preciosistas de la etimología envejecerían en tediosos procesos de prospección tratando de encontrar un hilo, el mas frágil y deshilachado, que conduzca a definir la construcción original de la palabra LOTO, pero caerá en el lodazal del permanente fracaso si no conversa con alguien de aquel barrio, de eternas nupcias con el rio Paraguay y el Arroyo Ñeembucú.
TEREHONA HEÚ LOTÓ, ( Andá a comer lotó) era una dura expresión de enojo que en el fondo tenía mucho que ver con el sincretismo cultural y esa corriente migratoria de conocimientos y saberes que partia de Buenos Aires y se instalaba en Pilar , directamente, sin pasar por otras postas.
LOTÓ, no era sino la síntesis guaranítica del nombre comercial de un famoso fijador de pelo, cèlebre y multi promocionado entre los 60 y 70, bajo la marca GLOSTORA. “Comer Glostora “, una chancha gelatina pegajosa y verde, era – para la convención imaginaria de mi barrio – aun peor que comer mierda; ante lo cual se produce todo el proceso de adopción, adaptación, apocopado y aclimatamiento de la expresión GLOSTORA al guaranizado LOTÒ. 
Si señor. Las palabras. Las geniales palabras.-

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