El
Polaquito, el crack que no quería ser cura.
Capaz
que nuestro compañero de ultimo año de secundaria, Kalbrinka iba a ser un crack , incluso estaba
para la selección nacional y para Europa, si le dabas tiempo, pero la madre lo quería cura.
Ese
contraste pesaba en la cabeza del polaco Kalbrinka, que era tan bueno con los
cálculos como con los goles.
Mucho
antes que los técnicos de futbol recurrieran a la sutileza esta de llevar sus
planchetas con sus jugadas por escrito ( veinte años atrás eso seria una
imperdonable mariconada),el Polaquito como le llamábamos sus compañeros, ya iba
a la cancha con un cuaderno de doscientas hojas, estas de tapa dura, y
establecía unas ecuaciones con la velocidad de la pelota, el viento, (siempre
escuchaba el pronostico antes de ir a los juegos) mientras veía a sus ídolos
del “Gral Diaz” brincar en la cancha.
Admiraba
a Rubén Cesar Rivas, “Bebito” y además cargaba con su bolsón para entrar a la
cancha sin pagar sus entradas cuando la maquina aurinegra jugaba de local.
El
polaquito entraba a la cancha y parecía un potrito de pelaje rutilante,
imposible de domar. Metía goles desde media cancha en adelante con esos tres
dedos mágicos y su invariable lanzamiento largo en boomerang, como lo definio
el poeta Mazò , de los tiempos en que los poetas eran relatores en la radio.
El
polaquito paraba a veces con la pelota mucho tiempo. Parecian minutos. Miraba
alrededor, media las distancias, olía, y sus compañeros mas próximos incluso le
escuchaban haciendo cálculos trigonométricos en voz baja, cuando llegaba a
metros del área grande rival y debía plantar un gol imposible. Como aquel que
le hizo al Chaco Muñoz Salinas, cuya redes no eran sacudidas ni por el viento
sur. Pero la madre querìa que èl fuera cura.
Nunca
entendimos muy bien porque la madre quería que fuera cura, un día de visitarlo
en la casa, nuestro compañero Pepin que era mas de hablar con las madres llego
a plantearle a doña Reinalda
–
“ si el Kalbri no puede ser jugador tendría que
probar para científico, doña Rei, él es un genio..”.
Pero
doña Rei le explica entonces al compañero, según èl cuenta después, que no era
un capricho sino una promesa que había hecho hace mucho tiempo ante el sagrado
escapulario de la Santa Madre Sofia Wen, que parece que era una monja o algo a
la que quemaron en Macao cuando intentaban meter la religión católica allà.
Tampoco me pregunten donde queda ese lugar con nombre de chocolate, que lo que
les quiero contar ahora apunta para otro lado.
Lo
cierto es que el polaquito iba a ser cura porque lo quería la madre a pesar que
jugaba como mil Robertos Cabañas juntos. Y eso nos jodía mucho a sus
compañeros. Casi hasta la indignación. Nos “pichaba” decíamos en el pueblo.
Una
tarde del mes que ya terminábamos la
secundaria le apalabramos al Kalbri. Había llegado a lo de Tale Vazquez – un
maestro del tereré ruso – acompañado como siempre del Perico Mendieta, utilero de las inferiores del club con quien
había entablado una entrañable amistad. Es mas, el Polaquito, numero 10 de la
cuarta especial para entonces, era el único del onceno que saltaba a la cancha
con la camiseta y el pantaloncito planchados, lo cual, aparte de su magia, lo
distinguía del resto ostensiblemente; brillate de piernas morenas, reluciente
con la cobertura fresca de linimento que le aplicaba el Perico, solo a èl, antes de cada encuentro.
Le
conversamos al Kalbrinka de buscar una manera de zafar de ir al seminario, y
que como amigos le ayudaríamos. El Chicho Galeano, compañero que para entonces
era un oscuro mediocampista del Tres Corrales le había planteado que se
escapara de la casa, que fuera a Buenos Aires, con el tio Chacho, que tenia una
empresa de construcción. En un puto año ya vas a estar jugando en Boca vos, le
entusiasmó. Capaz, agregó, nos ponemos entre todos y te compramos el pasaje.
Waldimiro,
que por entonces había empezado la colimba le planteò, esa misma tarde, otra
salida. Mejor es que te metas al cuartel. Yo puedo hablar con el Teniente
Catrip , que le vea al Coronel èste de Reclutamiento y te rescaten en la
primera “recoluta”. Tus viejos que
son liberales no van a poder salvarte,con la cabeza que tenés vas a estar en
Subsistencia del Ejercito, tranquilo, y en año y medio, por ahí, tu madre ya se
saca de la cabeza lo de hacerte paí, y seguís con la pelota, hermano.
Octavio
Antola, un grandulón, karateca, protector del grupo en todas las riñas
callejeras -que permanecia en silencio- intervino luego: yo tengo una solución.
Vos lo que tenès que hacer es una cagada. Una cagada grande. Algo que te queme
con los curas del pueblo y no te quieran ya para cura. Total, la madre es la
madre, después te va a perdonar y vos seguís jugando, te vas a Asunciòn, te
fichas por Cerro y en un año estas calzando la albirroja, vos.
-
Si pero que es hacer una cagada grande, por
ejemplo – problematizó el polaco.
Y no
se. Respondí el grandote. ¿Robar hostias y ser descubierto es una cagada
grande?. No, intervino Tale, eso hacen los monaguillos y nadie es excomulgado
por eso.
- Y
que lo que puede ser… - suspiró casi, el
cachorro de Crack, que era sostenido en su angustia con un cariñoso abrazo
solidario de su inseparable utilero, el Perico Mendieta.
Y
hay que pensar. Pensalo Polaquito, pensalo vos, lo pensamos nosotros también,
agregó Pepin y propuso una nueva reunión conspiraticia contra la intención de
doña Reinalda para el día siguiente.
Al
día siguiente el Polaquito no vino. Ni el jueves, ni el viernes. El domingo
hizo un brillante partido. Le encajó 4 goles al América, una semana después lo
convocaron para la Selecciòn, directamente desde la cuarta especial. Mas
domingos, mas goles, y asi llegó el fin de año y el fin de curso y el fin de su
aspiración de crack porque en enero debía ir al seminario.
Fue
una cálida tarde de Diciembre cuando Chicho Galeano trajo la noticia.
-¿Se
enteraron lo del Polaquito?, dijo mientras movía la bombilla del primer mate
del tererè siestero.
-
nooo, que paso?
- Al
hijoeputa lo pillaron anoche, después de la fiesta en el Mayo.
-¿Le
pillaron como?.
-En
una escandalosa escena amorosa, en plena plaza Mcal Lopez.
-
Con la Clarita.
-
No, con el Perico
-
¿queeeee..? – expresaron al unísono.
-
Con el Perico, besuqueándose y a los arrumacos, hasta que llego una tia que
pasaba por ahí y lo corrió a zapatazos.
Ya se sabe que esta mañana fue el Paí Marcelo a verla a la Madre. La
Madre fue al Dr Vera, con una crisis de nervio. Parece que el cura le dijo que
se olvide de meterlo en el seminario al Polaquito.
-
Puto y grande Polaquito! – gritó Pepin- se salvò el hijoeputa, lo hizo para
salvarse del Seminario…èl tuvo un mejor plan que nosotros. ¡ Ohoo! Nosotros los
creativos que le íbamos a decir como hacer una graaaan cagada a ese genio…
jajaaaa…- celebró
Semanas
después se supo que enviaron al Polaquito a Asunciòn, mas para alejarlo de
Pilar y la vergüenza de la madre que por
algún plan de estudios. El Polaquito empezó a jugar en Cerro. Le fue brillante.
Pero pronto pidió ser transferido a Europa. No se supo mucho mas de él, nunca
fue una estrella rutilante, pero jugò en primera en Italia, luego fue a Francia
y finalmente a Holanda.
Nosotros
seguimos reuniéndonos cada año como compañeros de aquella promoción. Un fin de
año de esos, 10 años después, recibimos una carta del Polaquito. Invitaba a uno
de nosotros a visitarlo, pasaje y viáticos incluidos, a Holanda.
En
el asado siguiente sorteamos el viaje, lo ganó el Chicho Galeano. Viajó una
semana después. Una mas tarde estaba de vuelta convocando a una reunión en su
casa. A todos.
- Al
Polaquito le va estupendo. Dejó el futbol, tiene una flota de camiones, es rico
y envió regalos para todos. – empezó a relatar el Chicho. El tipo – siguió contando- quería
agradecernos a todos por la preocupación que tuvimos para lograr que su madre
desistiera de enviarlo al seminario y por la idea de la gran cagada. Ahora su madre anciana, vive con èl y la vida
les sonríe.
-
O sea, la madre le perdonó la gran cagada. –
intercepto Antola
-
Nop,
-
No lo perdono?
-
Si lo perdonò, pero la gran cagada nunca fue una
gran cagada. El Polaquito vive en un
feliz matrimonio, hace 8 años… con el Perico Mendieta. Su idea de no ir al
seminario fue en verdad por amor al utilero y no tanto por amor al futbol.-
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