domingo, 2 de junio de 2013

El Polaquito, el crack que no quería ser cura.



  El Polaquito, el crack que no quería ser cura.



Capaz que nuestro compañero de ultimo año de secundaria,  Kalbrinka iba a ser un crack , incluso estaba para la selección nacional y para Europa, si le dabas tiempo, pero la madre lo quería cura. 
Ese contraste pesaba en la cabeza del polaco Kalbrinka, que era tan bueno con los cálculos como con los goles.
 
Mucho antes que los técnicos de futbol recurrieran a la sutileza esta de llevar sus planchetas con sus jugadas por escrito ( veinte años atrás eso seria una imperdonable mariconada),el Polaquito como le llamábamos sus compañeros, ya iba a la cancha con un cuaderno de doscientas hojas, estas de tapa dura, y establecía unas ecuaciones con la velocidad de la pelota, el viento, (siempre escuchaba el pronostico antes de ir a los juegos) mientras veía a sus ídolos del “Gral Diaz” brincar en la cancha.

Admiraba a Rubén Cesar Rivas, “Bebito” y además cargaba con su bolsón para entrar a la cancha sin pagar sus entradas cuando la maquina aurinegra jugaba de local.

El polaquito entraba a la cancha y parecía un potrito de pelaje rutilante, imposible de domar. Metía goles desde media cancha en adelante con esos tres dedos mágicos y su invariable lanzamiento largo en boomerang, como lo definio el poeta Mazò , de los tiempos en que los poetas eran relatores en la radio.

El polaquito paraba a veces con la pelota mucho tiempo. Parecian minutos. Miraba alrededor, media las distancias, olía, y sus compañeros mas próximos incluso le escuchaban haciendo cálculos trigonométricos en voz baja, cuando llegaba a metros del área grande rival y debía plantar un gol imposible. Como aquel que le hizo al Chaco Muñoz Salinas, cuya redes no eran sacudidas ni por el viento sur. Pero la madre querìa que èl fuera cura.

Nunca entendimos muy bien porque la madre quería que fuera cura, un día de visitarlo en la casa, nuestro compañero Pepin que era mas de hablar con las madres llego a plantearle a doña Reinalda
      “ si el Kalbri no puede ser jugador tendría que probar para científico, doña Rei, él es un genio..”.
Pero doña Rei le explica entonces al compañero, según èl cuenta después, que no era un capricho sino una promesa que había hecho hace mucho tiempo ante el sagrado escapulario de la Santa Madre Sofia Wen, que parece que era una monja o algo a la que quemaron en Macao cuando intentaban meter la religión católica allà. Tampoco me pregunten donde queda ese lugar con nombre de chocolate, que lo que les quiero contar ahora apunta para otro lado.

Lo cierto es que el polaquito iba a ser cura porque lo quería la madre a pesar que jugaba como mil Robertos Cabañas juntos. Y eso nos jodía mucho a sus compañeros. Casi hasta la indignación. Nos “pichaba” decíamos en el pueblo.

Una tarde del mes  que ya terminábamos la secundaria le apalabramos al Kalbri. Había llegado a lo de Tale Vazquez – un maestro del tereré ruso – acompañado como siempre del Perico Mendieta,  utilero de las inferiores del club con quien había entablado una entrañable amistad. Es mas, el Polaquito, numero 10 de la cuarta especial para entonces, era el único del onceno que saltaba a la cancha con la camiseta y el pantaloncito planchados, lo cual, aparte de su magia, lo distinguía del resto ostensiblemente; brillate de piernas morenas, reluciente con la cobertura fresca de linimento que le aplicaba el Perico, solo a èl,  antes de cada encuentro.

Le conversamos al Kalbrinka de buscar una manera de zafar de ir al seminario, y que como amigos le ayudaríamos. El Chicho Galeano, compañero que para entonces era un oscuro mediocampista del Tres Corrales le había planteado que se escapara de la casa, que fuera a Buenos Aires, con el tio Chacho, que tenia una empresa de construcción. En un puto año ya vas a estar jugando en Boca vos, le entusiasmó. Capaz, agregó, nos ponemos entre todos y te compramos el pasaje.

Waldimiro, que por entonces había empezado la colimba le planteò, esa misma tarde, otra salida. Mejor es que te metas al cuartel. Yo puedo hablar con el Teniente Catrip , que le vea al Coronel èste de Reclutamiento y te rescaten en la primera “recoluta”. Tus viejos que son liberales no van a poder salvarte,con la cabeza que tenés vas a estar en Subsistencia del Ejercito, tranquilo, y en año y medio, por ahí, tu madre ya se saca de la cabeza lo de hacerte paí, y seguís con la pelota,  hermano.

Octavio Antola, un grandulón, karateca, protector del grupo en todas las riñas callejeras -que permanecia en silencio- intervino luego: yo tengo una solución. Vos lo que tenès que hacer es una cagada. Una cagada grande. Algo que te queme con los curas del pueblo y no te quieran ya para cura. Total, la madre es la madre, después te va a perdonar y vos seguís jugando, te vas a Asunciòn, te fichas por Cerro y en un año estas calzando la albirroja, vos.
-       Si pero que es hacer una cagada grande, por ejemplo – problematizó el polaco.
Y no se. Respondí el grandote. ¿Robar hostias y ser descubierto es una cagada grande?. No, intervino Tale, eso hacen los monaguillos y nadie es excomulgado por eso.
- Y que lo que puede ser… - suspiró casi,  el cachorro de Crack, que era sostenido en su angustia con un cariñoso abrazo solidario de su inseparable utilero, el Perico Mendieta.
Y hay que pensar. Pensalo Polaquito, pensalo vos, lo pensamos nosotros también, agregó Pepin y propuso una nueva reunión conspiraticia contra la intención de doña Reinalda para el día siguiente.

Al día siguiente el Polaquito no vino. Ni el jueves, ni el viernes. El domingo hizo un brillante partido. Le encajó 4 goles al América, una semana después lo convocaron para la Selecciòn, directamente desde la cuarta especial. Mas domingos, mas goles, y asi llegó el fin de año y el fin de curso y el fin de su aspiración de crack porque en enero debía ir al seminario.

Fue una cálida tarde de Diciembre cuando Chicho Galeano trajo la noticia.
-¿Se enteraron lo del Polaquito?, dijo mientras movía la bombilla del primer mate del tererè siestero.
- nooo, que paso?
- Al hijoeputa lo pillaron anoche, después de la fiesta en el Mayo.
-¿Le pillaron como?.
-En una escandalosa escena amorosa, en plena plaza Mcal Lopez.
- Con la Clarita.
- No, con el Perico
- ¿queeeee..? – expresaron al unísono.
- Con el Perico, besuqueándose y a los arrumacos, hasta que llego una tia que pasaba por ahí y lo corrió a zapatazos.  Ya se sabe que esta mañana fue el Paí Marcelo a verla a la Madre. La Madre fue al Dr Vera, con una crisis de nervio. Parece que el cura le dijo que se olvide de meterlo en el seminario al Polaquito.
- Puto y grande Polaquito! – gritó Pepin- se salvò el hijoeputa, lo hizo para salvarse del Seminario…èl tuvo un mejor plan que nosotros. ¡ Ohoo! Nosotros los creativos que le íbamos a decir como hacer una graaaan cagada a ese genio… jajaaaa…- celebró

Semanas después se supo que enviaron al Polaquito a Asunciòn, mas para alejarlo de Pilar y la vergüenza de la madre  que por algún plan de estudios. El Polaquito empezó a jugar en Cerro. Le fue brillante. Pero pronto pidió ser transferido a Europa. No se supo mucho mas de él, nunca fue una estrella rutilante, pero jugò en primera en Italia, luego fue a Francia y finalmente a Holanda.

Nosotros seguimos reuniéndonos cada año como compañeros de aquella promoción. Un fin de año de esos, 10 años después, recibimos una carta del Polaquito. Invitaba a uno de nosotros a visitarlo, pasaje y viáticos incluidos, a Holanda.

En el asado siguiente sorteamos el viaje, lo ganó el Chicho Galeano. Viajó una semana después. Una mas tarde estaba de vuelta convocando a una reunión en su casa. A todos.

- Al Polaquito le va estupendo. Dejó el futbol, tiene una flota de camiones, es rico y envió regalos para todos. – empezó a relatar el Chicho.  El tipo – siguió contando- quería agradecernos a todos por la preocupación que tuvimos para lograr que su madre desistiera de enviarlo al seminario y por la idea de la gran cagada.  Ahora su madre anciana, vive con èl y la vida les sonríe.

-       O sea, la madre le perdonó la gran cagada. – intercepto Antola
-       Nop,
-       No lo perdono?
-       Si lo perdonò, pero la gran cagada nunca fue una gran cagada.  El Polaquito vive en un feliz matrimonio, hace 8 años… con el Perico Mendieta. Su idea de no ir al seminario fue en verdad por amor al utilero y no tanto por amor al futbol.-

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