miércoles, 22 de mayo de 2013

El bar de Palmerola.


El bar de Palmerola.


Mas de uno asegura que la actitud fascista y despreciativa hacia toda forma de contestación social que “adornaba” la personalidad de Juan Napoleón Palmerola tenia mucho que ver con el sufrimiento que le había impuesto su apellido en la escuela primaria.

Ya era un clásico que superaba incluso los ligustros que pintaban los lindes de la Escuela Santísimo Sacramento que lo había marcado hasta el trauma, aquello mas agresivo de “Palmerola, tocame las bolas”, o este menos creativo y mas pudendo de “ No hinches las palmerolas”. Lo cierto es que fue calando en el sentimiento íntimo del niño, y luego adolescente, una forma de  desprecio por la gente que gesticula y grita, orientándose luego, en las estribaciones de su adultez hacia un pavor/odio hacia la izquierda y los zurdos, propiamente, que como diría mi Tío Gandolfo “ héroes que andan por allí defendiendo la humanidà y para ser puteados”, precisamente.

Sería al segundo año de mandato del Intendente Paul Smith Melgarejo, de recordada gestión ( y en la Contraloría General de la Naciòn) que Palmerola decidió visitarlo. Lo recordó como compañero de fila en el 4to grado y pretendía pedirle un favor de antiguos condiscípulos, honrando aquello que también dice mi Tio Gandolfo que “cuando uno llega al poder los compañeros de la primaria se multiplican y los bancos de agigantan”.

El favor consistía en obtener una manito en la licitación del Bar del Centro Recreativo, Social y Deportivo de la Villa del Rio, CERESODEVIRI, sitio de importante concurrencia de jóvenes, e incluso sectores de la clase media no ingresantes al Club Deportivo y Social del Remo, de mas alcurnia, digamos, por dejarlo todo en brazos de una frase.

En la semana del petitorio de audiencia le concedió una reunión el Intendente, quien por cierto al recibir la cedula de solicitud de manos de su Secretario Privado, abrió grande los ojos y exclamó: “Palmerola, tocame las bolas…”! . Luego le explicó al despavorido muchacho la historia de esta expresión. Lo cierto es que el jueves a las 11.00 , Palmerola estaba en la antesala aguardando que el Intendente lo reciba. Diez y siete segundos antes de ser convocado un repentino dejavú le golpeo la frente. Recordó que Smith era el mas insistente acosador con la historia de su apellido, pero nada – repensó- el fin justifica los medios y los sufrimientos.

La puerta del despacho Municipal se abrió. Había una decena de personas esperando al Intendente. El propio Smith quiso darse el gusto de salir y convocar a voz de cuello a su ex compañero. – Palmerooooola…- exclamó. Obviamente no dijo el resto de la frase, pero detonó una carcajada al fondo de la antesala, que luego se identificó como perteneciente a Eduvigis Mateucci, un ex abanderado de un año superior de la escuela, que naturalmente recordaba la anécdota y posiblemente al verlo a Palmerola estaba acosado exactamente por los mismos recuerdos.


Smith lo atendió muy bien y acomodó la licitación para que Palmerola resulte a cargo del Bar de CERESODEVIPI, que a partir de ahora pasaba a llamarse el BAR de PALMEROLA.

Consistía en una sala grande, piso de granito, barra de atención al cliente, mesas de bar y un patio pequeño, para un par de mesas mas en homenaje a los fumadores. Igual, en las noches de peñas, los fumadores terminaban adentro y los no fumadores, con algún cuestionamiento hacia el humo, terminaban en las mesitas ubicadas bajo un par de Naranjeros, alrededor del aljibe colonial.

Por cierto era la primera experiencia gastronómica del Palmerola, mas que nada motivado por las ganas de permitirse ciertos caprichos, como encontrar un sitio, de su propio regenteo, donde armar una ronda de amigos y putear a gusto contra los izquierdistas, “chingados de su madre, pelilargos que no se bañan nunca..”.

Y cayeron algunos parroquianos en las primeras semanas. Lo que no cayó bien  fueron los gestos de sobrepeso relacional de Palmerola, que a contertulios que llegaban, algunos con ganas de celebrar un cumpleaños, otros para hablar de un negocio o una pareja clandestina buscando ese sitio para intercambiar novedades, siempre se encontraba con la aproximación de Palmerola - allà por los 10 minutos de la estancia en el bar - con alguna de las variables abrelatas de su conversación: “ vieron la tele?, están locos estos comunistas, no?”, o , “ustedes deben opinar como yo, estos zurdos merecen ir a la cacerolita, no?”.

Con el tiempo la clientela se le fue yendo, principalmente algunos que intentaron reincidir en el bar y se encontraron dos o tres o cuatro veces con la misma historia.

Setiembre fue un mes jodido porque no cayo nadie. Octubre peor. Despidió a la cocinera y no rescindía contrato porque, si bien le facilitaron el acceso a la llave del bar, sus cláusulas de renuncia al trato eran leoninas. Fue cuando se le ocurrió lo del aviso en el diario. Un aviso en el que anunciaba que iba a abrir su nueva temporada de peñas ( las que había cancelado hace un semestre en su intención que no hubiera música que interfiriera en su charla con los clientes) y llamaba, por ese mismo anuncio, a los grupos que quisieran participar, a que se anoten.

Serian las doce menos cuarto o las doce de aquel miércoles, cuando ve llegar al Bar a un chico de barba marrón, gorro jamaiquino, guitarra enfundada al hombro y una camiseta roja rojita con la indudable expresión “música y revolución, Carajo..”. Iba a intimarlo a que se detenga en el dintel, pero luego recordó el anuncio y en sus adentros dijo, “ ya esta, si aguante lo de Palmerola, tocame las bolas por años, ahora aguanto esta visita..”.




-Como le va - dijo Hugo Aguaviva, el chico de marras, quien apenas se acodó en la barra, pego en chiflido de esos que se hacen con los dos dedos (mugrientos para el gusto de Palmerola) y respondiendo al mismo entraron dos mas al Bar, uno, el Gumer Dick, que luego sería presentado como percusionista de la banda y la otra, la Aleida Gutierrez, quien también seria presentada luego, como segunda voz y pandereta del trio.

-Que les trae jóvenes – dijo el dueño del bar, tragándose el impulso de leer las leyendas de las demás remeras asistentes.
-Venimos por el anuncio, queremos hacer un toque aquí, a ver que onda, el perraje vive en la vecindad, capaz que pegue, boluo – adujo Hugo con muchas ganas de convencer al de la convocatoria.
– Mi hijo, yo “boluo” no soy, eh?
-Perdon, boluo, somos las tribus urbanas, es el dialecto, loco, perdón..-
- Bueno – se repuso Palmerola – y que música hacen?
De todo , loco – se entusiasmó el Hugo – pero nada de boludeces, música seria, rock, algún mambo nostálgico, algún Dylan por ahí, te descuidás y salta un Marley, incluso aquí Aleida, de padre folklorista, tiene unas versiones de Yambay en blues, que están en el mastique de los perros…
-Ok – interrumpió Palmerola- me dejan un celular, les llamo si hay espacio este viernes, esta bien?.
Asi ganaba tiempo, pensó , a ver si cae algún grupo “decente” que evite este numero en la semana.
-Estupendo loco, su nombre? – preguntó el músico.
-Jose Napoleón – respondió él, ocultando su traumático apellido.
-Grande Napo! – gritó el percusionista a medida en que recorrían el bar rumbo a la salida.

No transcurrieron diez minutos y sonó el teléfono.
-       Hola?
-       Si, el Bar Palmerola?, llamamos por el anuncio, somos un grupo de canción testimonial, “Los Hermeneutas de Bakunin”, y nos preguntamos si hay espacio para un recital en la semana.
-       Ehh ..- Palmerola contuvo la respiración… si, y que música hacen? – pregunto a pesar de todo.
-       Y nada, - respondió la voz – nuestro canto es el murmullo soterrado de la clase trabajadora, es casi un canto de alcantarilla, le diría, que reivindica a Jara, pero no evita tocar un par de canciones de Hugo Ferreira si hay un publico mas noventoso en la sala…
-       Mmm, su nombre?
-       Federico CantaLuna, “ Juan Fernandez” es mi nombre artístico…


-       Bueno, don Fernandez, le respondo hoy o mañana, hay una larga lista, comprende?
-       No hay dramas, Señor, Ud sabe que las reivindicaciones artísticas del canto nuevo no dirimen con las urgencias sino con la estructuralidad del tiempo… asi que , avise nomàs y estamos allí…

Colgò  y se quedó pensando. Parecía una broma del destino. Igual trato de encontrar explicaciones. Era un barrio así. De hecho en la otra esquina funcionaba la sede del PRTCT (Partido Renovador Todos contra Todo), que responde a la Internacional de jóvenes contra el ALCA. Y no hay que ir sino tres cuadras mas abajo para encontrarse con la sede del PMASI, el Partido Movimiento al Socialismo Indisoluble. O sea, barrio progre, ès, pensó.
Ya iba resignándose a su suerte cuando vuelve a sonar el teléfono. Esta es la mía, pensó, “que sea un grupo Tanguero, que sea un grupo tanguero”

          - hola - dijo seco y macho para disuadir.
-       El Bar de Palmerola?, se escucho una ronroneante voz de mujer.
-       Si, asi es señora
-       Gracias por lo de señora, me revientan los machistas piropeadores que escuchan una voz de mujer y piensan en el levante – se escuchò decir al fondo para su estupor –
-       Diga…señora…
-       Leímos el aviso, somos las Negras Locas de Frida,  y nos jugamos por el anote en su llamado a músicos. Podemos tocar en la semana..
-       Hacen música de protesta – mascullo- ya de brazos caídos- Palmerola…
-       Protesta no, señor Palmerola, ¿Palmerola?
-       SI, Palmerola..
-       Mire don Palme, lo nuestro es mas convergente con el new age, pero sí, hay una onda de revocatoria de paradigmas que tiene que ver con el elemento simbólico de nuestra trova, un blend del rock emergente árabe con alguna letra de Nestor Damian Girett, capaz. Así, como muy loco. Tenemos una opción, somos asociados a los graffiteros de “La vieja pared” y mientras tocamos pueden pintarle el muro, es opcional…
-       NO. Eso no. Pero le devuelvo la llamada si hay espacio, ok?
-       Gracias Don Palmito.

No fui sino una o dos veces al Bar de Palmerola cuando empezó su etapa de recitales, mas bien por èl deje de ir. No me gusta ver a la gente que cambia de pensamientos por las obligaciones del comer y no dudo que debía ser triste para èl también al principio.


Ademas estaba muy entusiasmado con los nuevos debates políticos de lo que tomaba parte antes de la debacle económica del Bar. Justo que empezaba a enganchar con aquella gente de la coordinadora de los SUPPM, ( Soberanos Unidos del Paraguay para el Mundo) que planteaba una indemnización ante el gobierno Argentino tanto por las tierras inundadas a consecuencia de  la represa de Yasyreta como por otros hechos ingratos de la historia, incluyendo una justa compensación por el incidente que tuvo el Gral Jose Eduvigis Diaz con una bala de cañon, y que obligo al Dr Skiner, de la sanidad de campaña, a retirarle una pierna en los campos de Paso Pucú.

El ya se sentía muy cómodo con toda esa nube de nacionalismo, como en sus tiempos mozos cuando compartía el pupitre con un compa ya fallecido, el gordito Coronel, Pastor de nombre, pero como diría un cura amigo, Dios escribe la historia con renglones retorcidos y efectivamente, la ultima vez que lo ví con la remera del Che, canturreando “Que la tortilla se vuelva” con el mismísimo Camilo Soares acodado en la barra de su Bar, me dije para mis adentros “ se nos fuè Palmerola, se nos fue”, y caminé de regreso a Casa. Asunción es una caja de sorpresas.-


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