lunes, 20 de mayo de 2013


Estúpidas teorías sobre el amor, en su semana. (I)


Nos acercamos peligrosamente al 14 de febrero lo que promete dos o tres efectos seguros: filas en los moteles con sensibles parejas angustiadas porque "el gesto patriótico" ocurra, de ser posible, en el propio momento en que las manecillas saltan su última estación de la medianoche al primer minuto del 14 F; un importante consumo en regalos, flores y comidas de enamorados y en tercer lugar – y lo único cuestionable por cierto-  un tsunami de lugares comunes, frases de mal gusto, aseveraciones melosas, gemidos lapidarios, clamores orgásmicos, en todas las redes habidas y por haber, en términos de frases o expresiones sobre ¿cual tema?: El amor!.

Pero dentro de esto, que ya es suficientemente difícil de digerir, me adelanto a condenar una de las teorías mas estúpidas que ronda como fantasmas de castillos antiguos ( sí, como aquellos que se vestían con sábanas. Hoy los fantasmas se visten como uno y son retratados por las películas “sucesos paranormales” y por la cámara de videos aficionados, y los celulares), decía, y retomo como diría Galaverna, una de las teorías estúpidas, basadas en la hipocresía – cuando no-  que aduce que ( y hay que pronunciarlo, así entrecortado) no- hay -que –confundir- amor –con- pasión.  Nada mas equivocado.

Esto es evidentemente un cuento de aquellos abuelos que inventaron el matrimonio.

Esta institución- “muy divertida” por cierto- que sirve para que, existiendo en el mundo – últimas cifras- ya casi 7 mil millones de habitantes, tú mujer, debes permanecer toda tu vida viendo a un solo – uno solo eh?- de esa ponchada de gente, amaneciendo y anocheciendo, salvo que se produzcan algunos de los impedimentos legales consagrados en la ley del matrimonio, como la muerte del valor éste. Diversos estudios científicos habrán avalado esta genial alternativa, basados, posiblemente, en lo poco buen marido que puede llegar a ser un muerto.

Pero, para ir al grano, lo perverso de esto es la condena histórica a la pasión.

Los que crearon un mundo así, inventaron todo un discurso que logró separar en la mente de millones de pobres seres desprevenidos y desinformados el amor de la pasión. Porque? Porque en las condiciones en que se daba la pasión en los tiempos antiguos, debía ser muy breve, dolorosa y reprimida.

Imagínense tan solo medio siglo atrás, vean las fotos de principios de siglo pasado de mujeres bañándose en las playas de Mar del Plata con sus escandalosos tobillos expuestos.

  
Entonces, lo que buscó históricamente la condena a la pasión es asegurarse que la gente crea que lo importante es el amor, y llamó amor, al resto de la relación entre dos personas, durara ésta cuatro meses o setenta años; deleznable convención mundial que terminó consumando uno de los fraudes mas importantes de la historia del universo, e, instalando al mismo tiempo ese sitio apocalíptico donde se abreva la infelicidad de numero tal de personas, que, una foto de esta escena bastaría para que el Dante desistiera de su Divina Comedia o se inmortalizara mas bien a Zenoura, Cazador de Imágenes, como el gran vate visual de la historia de la desgracia humana.

Así que “en estas navidades” del 14 de Febrero no jodan subalternizando la pasión al amor, porque es lo único rescatable, es lo único que hace que entre el corazón y  las extremidades esas, transiten todos los ejércitos de Julio Cesar, los desembarcantes de Nombardía y el batallón de los Andes de San Martin cuando un click misterioso nos cruza con el ser enchufado en la mismísima pasión.

Y dura su tiempo, es cierto, como el propio amor, bah, tampoco es un Nokia 1100, o un Magiclik para que te duren toda la vida. Pero vea Ud., señora, que amor y pasión  son, en rigor, la misma persona. Una es día y otra es noche. Una es publica otra es privada. Una abraza otra no deja las manos quietas. Es mas, le diría que Amor es la razón social de una empresa divertida que fabrica pasión.

Concluída la pasión, por descuido o a causa de la horrible condena susodicha,  el resto de la historia  sucede con los años cuando el aburrimiento, el mal de barco reprimido y las “buenas costumbres” condenan a la pasión al exilio ( y acaban las cenas con velitas para dos, ¡salve Oh maestro Sabina!) y puede terminar derivando en un  buen compañerismo,  amistad, afecto, todo lo cual no es despreciable por cierto y sirve para vivir sin mayores pretensiones el resto de la vida. 

Toda vez que tengas un par de pantuflas, un noticiero de las 20 de lunes a viernes , un perro que te traiga los diarios, los domingos y una persistente reserva de omeprazol. Como diría el gran Jefe Seattle, “así termina la vida y comienza el sobrevivir”.

Feliz semana para los felices apasionados que le quedan al mundo, pues.-

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