UNA SIMPLE SERENDIPIA.
Bebían el ultimo café, con los sorbos suaves de las pautadas despedidas. Aquellas que vienen con libreto encima y en las que ni èl ni ella se escuchan, porque todo lo que esperan es llegar a la ultima frase mágica que precede a los dos besos del adiós. Aquella que asegura que uno o una solo quiere que el o ella sea feliz por el resto de su vida.
Fue en ese instante cósmico, en aquella mesa de café cuando Juan Gilberto, avisado de que seria lo ultimo que diría , pronuncio aquello:
- Finalmente, Marta, lo nuestro fue una simple y hermosa serendipia.
-
Ella suspiró. Alzo las cejas como asimilando el aserto, suspiró resignada y dijo:
- - Y si, no? … -
Volvieron sobre sus pasos. El fue a beber la cerveza de los solitarios. Ella... bueno, ella fue a consultar un diccionario.-
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