martes, 2 de julio de 2024

TODO LO QUE SE PUEDE VER DURANTE UN SEMAFORO EN ROJO AMANECIENDO AL DIA SIGUIENTE DE LA NOCHE DE BRUJAS

 



Dos nubes negras, las únicas, empujan al sol y amanece. Las aves que se escuchan por las ventanas abiertas del automóvil, en la desierta avenida, menos que trinar, parecen reclamar con alargados pitidos el por que cuernos tienen que levantarse tan temprano. El domingo va naciendo con su representación crucial del día mas complicado de desperezar de la semana. Y aún así, amanecer - al fin - del domingo, que es el instante raro mas bello del universo.


Toda la cIUdad bosteza su sensualidad de ojos cerrados o quizás entreabiertos. O quizás no sea por sus vapores y humedades de sol naciente y fresco mañanero, sino por la inigualable sorpresa de despertar con un rostro que no terminas de saber si se corresponde con el mismo de siempre o definitivamente usted amanecio con otra mujer. Esa desenfrenada gracia tiene este lento volver a algún lugar, o de algún lugar - uno nunca sabe - respirando ese solo instante del universo en el que la expresión aire puro tiene un sentido, aun menos que por ecologismo porque el pulmón siga funcionando urgentemente.


Luz roja y parada en un semáforo. Alli seis chicos tratan de discernir sobre colores que permiten cruzar la calle y los que lo prohiben; y te detienes a gozar del show, no tanto por la gracia que acumulan al de-construir saberes y convenciones, sino por el impagable espectáculo de los retornos de Halloween. Si señor, eso no se compra con cualquier tarjeta. 

Alli por ejemplo, en ese solo instante de luz redonda que te detiene ves una esbelta señorita que viste una larga capa roja y que sostiene fastidiada una especie de gorro frigio, también roja. Ayer a las 23 era una inocente Caperucita del mismo color, la misma que a esta hora parece comentar - con un osito de peluche inserto entre el escote - lo bueno que supo el lobo, salpimentado y comido.


Pero su amigo, el Zombie no está menos genial, con una prótesis de brazo rascándose la espalda y bebiéndose un jugo de naranja, en cuanto todos saben que los zombies aborrecen el jugo de naranja, al menos cuando termina de amanecer.

Hay un Batman un poco mas allá, discutiendo amargamente con una mina que viste un traje de presidiario. Ambos se gritan con lo mas excelso del dialecto de los borrachos: esas largas frases, resumidas en la idea fuerza : " y es lo ultimo que te quiero decir", pero repetido durante noventa y siete ocasiones.

Más, bizarro, bizarro, es el cuadro que se ve un poco mas allá, donde la esquina baja hacia un callejón empedrado; allí se puede ver un robusto Superman, fruto de una impecable vestimenta e interminables sesiones de gym y pichicatas con esteroides anabólicos. El súper héroe, el más grande de todos los heroes, solo vulnerable a la criptonita verde, vomita torrencialmente, mientras su amiga, una sexy enfermera mira hacia sus otros amigos, blanca y bella, abriendo sus brazos y preguntando ¿ que hago con el?

La luz verde se enciende y los tipos de atrás con su bocina y su cabrona ausencia de humor para seguir mirando la surrealidad abajo de un farol apagado  bajan el telón. 

Finalmente reflexione ya llegando a casa y mientras el porton se abria perezosamente: que pedazo de humanidad le metieron estos pibes descompuestos a todo el Marvel que uno se pueda imaginar. Hasta pense volver con un Emetan para el pobre superman, mira lo que te estoy agregando.






MUSICA DE TARDECITA

 MUSICA DE TARDECITA


Cerca de mi casa hay un parque.En el parque - fuí a verlo - hay tres hamacas. Desde que me mudé a esa zona y paso por allí esperaba una magia que no se producía: que coincidiera el chillar de los eslabones de la cadena que sostiene el asientito de madera con la salida de los niños de la escuela.


Es...lo que sucedía siempre, en toda la historia de la relación de nuestra niñez con ese acontecimiento jubiloso, tan solo comparable con la vacaciones de quince como es LA SALIDA.


(Por algún motivo, quizás una incipiente consciencia de la transgresión era que las vacaciones de quince te ponían mas felices que las enormes vacaciones de tres meses. Por eso era que te resistías a producir los infames deberes con los que te enchufaba la insufrible maestra de matemáticas hasta la tarde del domingo previo al lunes del regreso. Aunque no faltaba el prolijo de la cuadra que en el primer futbolito 


de vacaciones te decía al respecto de tales deberes - " ya los termine" con aire de sobrador, 16 horas después de declarada las vacas. Habia que ser carnero.)

Volvamos a la hamaca. De tanto no escuchar que se cerrara el circuito: salida de alumnos- sonido de las hamacas me instalé in situ tres semanas después a ver que ocurría. Esperé en el auto, con el motor encendido, como en una novela de espías en el angulo exacto en el que se podía apreciar a los niños viniendo y la esquina del parque con las hamaquitas en oferta. 


Lo que sucedió me dejó desconcertado. Primero porque advertí que no gritaban tan electrizadamente como en nuestros tiempos al sentir en sus rostros el aire de la libertad de extramuros. En segundo lugar porque todos transcurrian por la calle del parque sin mirar esas hamacas.


Bah..uno si. Mas grandecito. Que cambió de vereda, entró al parque y se sentó en una de las hamacas. Pero no se movía che. Luego adverti que sacó del bolsillo un celular y empezó con un chat. Estamos fritos, pensé.


Se levantó un poco mas tarde y siguió camino. Para peor cuando se incorporó produjo un milimétrico movimiento que sonó como una cachetada para el ya sopapeado rostro de mi nostalgia. El pibe detuvo la hamaca al levantarse, como quien detiene el mecer de un sillón antes de irse. Pero la gran siete!, en nuestros tiempos abandonábamos las hamacas en el ultimo envión que solía compararse con la fuerza del último motor Jupiter de Wernher Magnus Maximilian Freiherr von Braun, en el mismísimo centro espacial Marshall de la NASA, y nadie, mirá lo que te digo, nadie quedaba a aquietarla de nuevo como si se tratara de un pony.

He pensado ya en reunir a un par de chicos y ponerlos a hamacarse a la hora de la salida. Capaz que de verlos se recupera esa tradición. Pero se también que hay un tiempo en la historia del mundo cuando las tradiciones se transforman en "artesanía prehistorica" y capaz que tal cosa esté sucediendo.


Me aterra recordar el verso de un poemita que escribí en el 98. Se llamaba "sueños fruncidos" y versaba sobre ese momento en el que despertás y producís el estúpido esfuerzo de tratar de dormir de nuevo para reatar un sueño genial. De volver a sentir ese beso que quedó en el tiempo y que por alguna conchuda razón volvió esa noche en el bus onírico al que te trepaste. Pero siempre es en vano, los sueños no tienen "alargue". O como decía ese poema, es como atrapar una mariposa, que " se espolvorea en colores entre tus manos".


Igual es triste. Un parque con hamacas que no suenan. Es una música que deja de tocar el mundo en sus tardecitas, laputamadre.-


MUSICA DE TARDECITA

MUSICA DE TARDECITA

Cerca de mi casa hay un parque.En el parque - fuí a verlo - hay tres hamacas. Desde que me mudé a esa zona y paso por allí esperaba una magia que no se producía: que coincidiera el chillar de los eslabones de la cadena que sostiene el asientito de madera con la salida de los niños de la escuela.

Es...lo que sucedía siempre, en toda la historia de la relación de nuestra niñez con ese acontecimiento jubiloso, tan solo comparable con la vacaciones de quince como es LA SALIDA.

(Por algún motivo, quizás una incipiente consciencia de la transgresión era que las vacaciones de quince te ponían mas felices que las enormes vacaciones de tres meses. Por eso era que te resistías a producir los infames deberes con los que te enchufaba la insufrible maestra de matemáticas hasta la tarde del domingo previo al lunes del regreso. Aunque no faltaba el prolijo de la cuadra que en el primer futbolito 

de vacaciones te decía al respecto de tales deberes - " ya los termine" con aire de sobrador, 16 horas después de declarada las vacas. Habia que ser carnero.)
Volvamos a la hamaca. De tanto no escuchar que se cerrara el circuito: salida de alumnos- sonido de las hamacas me instalé in situ tres semanas después a ver que ocurría. Esperé en el auto, con el motor encendido, como en una novela de espías en el angulo exacto en el que se podía apreciar a los niños viniendo y la esquina del parque con las hamaquitas en oferta. 

Lo que sucedió me dejó desconcertado. Primero porque advertí que no gritaban tan electrizadamente como en nuestros tiempos al sentir en sus rostros el aire de la libertad de extramuros. En segundo lugar porque todos transcurrian por la calle del parque sin mirar esas hamacas.

Bah..uno si. Mas grandecito. Que cambió de vereda, entró al parque y se sentó en una de las hamacas. Pero no se movía che. Luego adverti que sacó del bolsillo un celular y empezó con un chat. Estamos fritos, pensé.

Se levantó un poco mas tarde y siguió camino. Para peor cuando se incorporó produjo un milimétrico movimiento que sonó como una cachetada para el ya sopapeado rostro de mi nostalgia. El pibe detuvo la hamaca al levantarse, como quien detiene el mecer de un sillón antes de irse. Pero la gran siete!, en nuestros tiempos abandonábamos las hamacas en el ultimo envión que solía compararse con la fuerza del último motor Jupiter de Wernher Magnus Maximilian Freiherr von Braun, en el mismísimo centro espacial Marshall de la NASA, y nadie, mirá lo que te digo, nadie quedaba a aquietarla de nuevo como si se tratara de un pony.
He pensado ya en reunir a un par de chicos y ponerlos a hamacarse a la hora de la salida. Capaz que de verlos se recupera esa tradición. Pero se también que hay un tiempo en la historia del mundo cuando las tradiciones se transforman en "artesanía prehistorica" y capaz que tal cosa esté sucediendo.

Me aterra recordar el verso de un poemita que escribí en el 98. Se llamaba "sueños fruncidos" y versaba sobre ese momento en el que despertás y producís el estúpido esfuerzo de tratar de dormir de nuevo para reatar un sueño genial. De volver a sentir ese beso que quedó en el tiempo y que por alguna conchuda razón volvió esa noche en el bus onírico al que te trepaste. Pero siempre es en vano, los sueños no tienen "alargue". O como decía ese poema, es como atrapar una mariposa, que " se espolvorea en colores entre tus manos".

Igual es triste. Un parque con hamacas que no suenan. Es una música que deja de tocar el mundo en sus tardecitas, laputamadre.-


EL DEBU DE MURTINHO

EL DEBU DE MURTINHO

Hay tipos que tienen mejor memoria y recordaran si fue para la primera o segunda rueda ( que asi se llamaban antes), cuando surgió en el pueblo la versión de la llegada de un brasileño para el cuadro del Fomento Sur.  Las nacionalidades tienen mucho que ver con los deportes. No es lo mismo que te digan que va a venir un canadiense a que sea un brasileño el que venga para jugar al futbol. Lo mismo que con el Basquetbol, si te dicen que viene un Haitiano no te mueve mucho, pero si te dicen un yanqui, es otra historia, o que te digan que viene un ajedrecista Ruso, ya te garantizan con la bandera, viste?.

Lo cierto es que la versión que surgió en el Bar  Carrasco, luego paso al corrillo de la Foca y finalmente se empezó a mencionar en Reseña Deportiva, allá por Julio del 80: la venida de un jugador brasileño de nombre Murtinho. Numero nueve decían, en aquellos tiempos en que el numero y la función eran indivisibles – y parafraseo al Gabo – como el zumbido y el moscardón. Pocos días después todos hablaban de Murtinho y se hacían mitos sobre su potencia. Morocho, metro ochenta, decían y no falto quien preguntara si basquetbol jugaba ( Pilar, nio).

Finalmente en la ultima semana de Julio, en un viaje regular ( regular por lo horribles que eran) de Sirena del Paraná llegó a la terminal de ómnibus Roberto Felipe Murto Malacao, alias Murtinho. El intendente, que era fanático de Fomento estuvo allí, al igual que medio centenar de personas, a esperarlo. En un simpático acto, le hicieron entrega de una pelota en cuyo interior habían metido la llave de la ciudad, nadie sabe como.De inmediato lo llevaron a la pensiòn Del Puerto a descansar porque su debú se daría ya al día siguiente. 

Mínimo eramos 30 chicos, cachorros de futbolistas,  estudiantes como yo, gente grande del barrio, todos subidos a la montura de su bicicleta y observando, en típica pose pilarense, aguardando la salida de Murtinho del hotel. Tipo 11.30 apareció Murtinho en la recepción y comedor, donde ocupó una mesa con el Presidente del club y el entrenador. La masa de curiosos se agolpó en racimo ante la ventana alta y de rejas pintadas de verde ejercito, tratando de escuchar. Siesta calurosa, cigarras, sonido de heladero y alguna moto de escape libre de por medio. Había que agregar a esto ese impertinente sonido descripto por Isacio Burguez en su breve opúsculo sobre las aves de Pilar, bautizado con el nombre de  cho chi y que según èl, tenia como único propósito biológico el impedir la siesta de la gente.

El salón era  grande para la modestia del mobiliario, o el mobiliario era modesto para la enormidad del salón, eso ya podríamos discutirlo luego. Sin embargo, el mostrador tenía una constitución robusta, oscura y con el lustre de los brazos que posaron y bebieron sus fernets, sus cañitas, sus cervezas, sus naranjiles. Solo cuatro mesas, en geometría  cardinal se repartían el aire que se escuchaba girando arriba en las aspas de madera terciada con vieja pintura imitación a caoba, que no hacia viento pero paseaba con bonito donaire el vestido largo de una bien tejida tela de araña. 

Pero donde sucedía la cosa y donde estábamos todos expectantes era afuera, vicheando la escena desde el ventanal que debía estar a 8 metros de la mesa de Murtinho. 

Oñee pio como brasilero, preguntò, el Negro Mereles. Reipotá pio oñee polacope, le respondió el zapatero Mendieta, siempre tan tajante, lo que despertó la hilaridad del conjunto y no dejó de llamar la atención de los comensales. Algunos aseguran incluso que Murtinho les miro en ese momento.. Mañami omañá ñande rehé la tipo, dijo alguien.

El primo del electricista Salinas, cuyo nombre nunca recuerdo advirtió luego que el jugador brasileño devoró un plato de caldo de porotos de entrada. Oú avei la cumanda la rapai, dijo medio en voz baja, lo que suscito el tradicional ehh?, de la gente que quería escuchar mejor. Hoú poroto!, agrandó la voz Huguito, porque siempre el que aclara lo que no se entiende es otro en un grupo asi. Ea, replicó Mereles, koaa nio hou voi poroto Brasilpe, pea nio ichipaí hikuai.  Así continuó ese prodigioso descubrimiento comentado, casi microscópico, de la otredad en formato jugador de futbol que allí se exhibía de cuerpo presente.

Poco rato después irrumpió en el comedor del hotel Rubén Cesar González, alias Bebito, ídolo máximo del club, pelo largo, pinta de ídolo de tapa de Goles de los 70.  Hubo toda una movilización de los curiosos tratando de ver desde la estrecha ventana con rejas, horriblemente pequeña para medio centenar de observantes y razón por la cual era esencial que los que estaban en primera línea, no mas de siete, transmitieran los hechos que en general eran re-comentados por de la segunda fila para los de mas atrás.

Le pasó su mano a Bebito cheraa, dijo uno. Oabrazà chupe, complementò otro en tiempo real. Se entiende pio cuando habla, preguntó alguien desde atrás, casi desde la calzada. Mbaeiko chimá, hei chupe, cheraa, aseveró el peluquero Pereira que estaba con la cara metida entre las rejas. Bebito pio, pregunto uno desde atrás. Bebito,  reipota pio la brasileño oñee chupe guaranime, ich… replicó Mendieta, provocando de nuevo risas.

Ña juana, la dueña de la pensión entró al comedor con una fuente en la que tiritaban aun en aceite una decena de milanesas. Oikè ña Juana, milanesa la tema raé hina, dijo uno de adelante. Allí y en ese instante, recuerdo bien que subiéndole prácticamente a espaldas de mi hermano y recostado en  Julio Pyguasu pude ver la secuencia yo mismo. 

Había aparecido un fotógrafo y una vez que Ña Juana posó la fuente con milanesas se incorporaron para tomarse una foto. No puedo olvidar un detalle que años después, (40 años después) aun hoy me lleva a una pequeña reflexión que después les explico. Lo cierto es que cuando se aprestaban para la segunda foto - el ídolo Bebito a un costado, en el centro el Presidente y Murtinho y en el otro costado el DT- Murtinho levanta la fuente de Milanesas, como si fuera un trofeo, entendes?. Una especie de copa de campeonato pero levantada solo hasta la altura del hocico y esa sonrisa tan plena, tan sincera, tan auténtica de blancos dientes blancos sobre el rostro negro de negro, una foto inolvidable que quedo en mi cabeza para siempre. Ovyá la tipo.

Vos sabes como era el tiempo en esa época, allá en el sur. De pronto rompió un aguacero sin dar explicaciones, y al sonoro pipuuu de todos despejamos la platea que observaba la escena al interior de la pensión del Puerto y a su vez nos retornamos a hogares con el veloz bicicleteo simultaneo. Ya en la tarde tocaba ir a ver el debut de Murtinho, a gozar de sus goles y a sentir la frustración de los rivales mezclada con la acritud insoluble de la envidia.

Yo no fui al estadio sino a la terminal porque empezaba el cursillo de la Universidad en Asunción. Recuerdo que al día siguiente, más porque me llamaron a consultar como había llegado, yo atinè a preguntar que tal había sido el debut de Murtinho. La respuesta de mi hermano fue: desastre. 

Entonces pedí hablar con Papá para escuchar una segunda opinión, y el me dijo lo mismo pero con la palabra desmembrada: de sas tre , mijo, de sas tre. 

Recuerdo que me explicaron mas cosas, pero no logro recordar que detalles eran.Traté de preguntar varias veces mas sobre Murtinho ese año, y terminé no preguntando mas la vez que me contaron que lo contrataron como secretario de don Cirilo, a cargo de la intendencia de la cancha. Ombovyvy porà la pelota rapai, dijeron con triste ironía.

Por eso de Murtinho trato de recordar siempre la ilusión. Porque uno se amarga si no recuerda esa parte de las historias que se revisten de ilusión. Después ya vienen siempre los desencantos y eso no vale la pena recordar. Por eso de Murtinho me gusta recordar esa foto cuando levanta triunfal la fuente de milanesas antes de su debut. 

Quien sabe cuanta felicidad le daba llegar a la gloria de un plato de comida.-

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07/08/21


ERAN ALCAPARRAS

 ERAN ALCAPARRAS


En mi casa, mis dos hermanos atribuían tal cosa a una especie de consecuencia de los privilegios que yo tenia por ser el mas pequeño de la familia. Lo cierto es que yo nunca supe recordar la nomina de los mandados.

Es cierto que probablemente mi madre contribuyo con aquel mito casero con su clásica expresión: - A Augustito no le pidan porque el se olvida

Así es que pude transitar gran parte de mi niñez sin hacer mandados lo cual, a su vez, me produjo un enorme drama con las artes nemotécnicas, supongo que repercutió también en mis malas notas con las ciencias exactas y mi inclinación por default a las humanidades.

De igual manera, mi madre tenia la gentileza de anotarme sus pedidos de manera que no debía hacer grandes esfuerzos en los cien metros que separaba mi casa de los almacenes de Doña Maria , doña Lika o don Etcheverria

Dicho esto, asumiendo mis deplorables dotes de mandadero con fines de compras hogareñas, fue que esta tarde mi mujer me obligo a una compra de ultimo momento. Ya saben, es imposible negarse al pedido de una mujer que esta preparando la comida de fin de año, con los nervios que ello supone y las tensiones de una “buena presentación” para el resto de la familia que estallara con su presencia en horas mas.

Sus expresiones, por cierto, fueron muy explícitas para entender que su confianza en mi memoria no era, precisamente, la del futbol alemán en Franz Beckenbauer en Mexico del 70 o Alemania 74; me dijo

- Vas a la góndola de las aceitunas.¿ Viste las aceitunas?

- Aha

- Ok, allí mismo, en el lugar de las aceitunas vas a encontrar las Alcaparras. No importa la marca, necesito un solo potecito, ok?

- Ok, necesitas algo mas...

- Nooo por favor... Concentrate en esto, aceitunas - Alcaparras, ok?

- ni hablar, no te preocupes

Uno trata de impresionar en las fechas especiales. No iba a estar olvidando algo con un nombre tan sonoro, alcaparras.Enfile hacia el Super, sin mayores contratiempos. Aceitunas- Alcaparras. Alcaparras - Aceituna.

Al llegar al Super, tres minutos mas tarde, pretendi repetir tales nombres entre el estacionamiento y el interior, pero iba a ser una falta total de confianza en uno mismo, así que me largue pensando en la inmensa cantidad de gente que va a hacer compras de ultimo momento, a la hora en que las cigarras empiezan a avisarte que la tardecita empieza.

Cuando atravesaba la puerta del Super, hice un rápido check list mental y la cosa iba bien: llegar hasta las aceitunas y allí encontrar las alcaparras. A dos metros de ingresar, una señora gruesa y preocupada me atajo del brazo y me pregunto si yo era yo. Si le respondí.Dijo que me veia en la tele pero principalmente quería darme su indignación porque mañana los operarios del super trabajarían por el mismo sueldo de días normales, pidiéndome que - por favor - le pregunte personalmente si era cierta esa versión a la gente de la caja.

Agrego “yo estuve por las cajas rapidas y allí alguien se estaba quejando, una señorita joven, de pelo teñido, rojo.”

Le agradeci y seguí mi camino. Cuando me hallé entrado en el Super me recibio ese salón gigantesco tan lleno de mercancías, con sus luces, su música de navidad, sus San Nicolases retratados en todas partes y con su multitud luchando por comprar. Y Cuando bordee las cajas para buscan un carrito me sucedió aquella invariable sensación: un vacío repentino en la boca del estomago, una especie de vacío sub-gravitante, ¿ viste cuando envias un mensaje de whatsaap y zas! alli mismo se te hace que no enviaste a la persona o al grupo correcto?. Así. ¿ Que era?. Pues recordaba lo de las aceitunas pero no recordaba que corno de cosa era que tenia que comprar y que estaban cerca de las aceitunas. Bah., caminando por el interior del super lo voy a recordar. Interin me cruce con una amable señorita “ repositora” ( que horrible nombre) y le pregunte: Señorita, por donde las aceitunas?. Ante ultima góndola señor, después de los condimentos.

Me lance de nuevo al entramado de mis neuronas a buscar esa sinapsis que me arrojara aquel nombre. Nada. Era algo con erre. Eso si. Recordé ERRES, una vieja marca de radio a transistores. Mi padre tenia una radio ERRES. Era holandesa?. Daba gusto escuchar ondas cortas, era toda una aventura universal. Algo con erre. No va a ser parra. Eran uvas, eran uvas, uvas pasas al lado de los recipientes de aceitunas?.

Debía tranquilizarme. Ponerse nervioso es la peor contraindicación para recuperar una memoria perdida. Pase por las frutas, por las carnes, por los lecteos y por fin divise a lo lejos la dichosa góndola ante ultima.Estaba seguro que encontrando las aceitunas las..... iban a estar allí e iba recordar su nombre al solo verlo.

Ademas tenia un nombre pintoresco. Hoja de parra. Taparrabos.Despilfarra. Esparadrapo. Aunque por cierto no entendía muy exactamente porque me golpeaba en la cabeza el dichoso nombre de un analgésico inolvidable: Alka-Seltzer. Sabias que ese medicamento se creo en 1928 ?. Alca. Definitivamente era algo de Alca también. Era Alca como aquel movimiento Alca?. Digo Alca y me acuerdo de la tremenda represión con gases lacrimógenos que nos ligamos en Quito en el 2004 cubriendo una convención del Alca para una agencia informativa latinoamericana. Ok. Empiezo a buscar esa otra cosa entre las marcas de aceituna.

Palmitos, no eran. Hongos tampoco. Y nada, a ver, no hay nada mas junto a las aceitunas que se llame con algo de arre, o alca. Alcarre, era?. Arrealca?. La humillación empezaba a subirme desde mis pies como una repentina sensación fría. No iba a llamarla a mi mujer era demasiado triste reconocer que uno se olvido de lo único que no debía olvidar en un día asi.

Apele a Google y puse: “producto que habitualmente se encuentra junto a las aceitunas en los supermercados”. Era inútil. Solo conseguí un tratado de temas sobre aceitunas y “encurtidos”. Que son los encurtidos?.

Iba a avivarme. Llamaria a mi mujer y le preguntaría?. De que marca preferís?. Así me daba una pista. Luego pensé en la alternativa que su respuesta fuera, o , “de que marcas hay”?, o peor aun, “ tráeme cualquiera”

Mire la hora. Era tarde. Preferí llamarla. Contarle la verdad y lo hice. Zas! , nadie respondía al otro lado del celular. Me di. Abandone el carrito en el mismo sitio. ¿Para que había llevado un carrito solo para comprar ..... que debía estar al lado de las aceitunas?

Realmente salí derrotado. Reflexione de que manera un suceso remoto puede llegar a condicionarte de por vida. Allí recordé que a consecuencia de ser el ultimo de la familia tampoco aprendi a nadar. Marinero no podría ser jamas.

Arranque el auto y volví refunfuñando contra el transito pero en el fondo triste e impotente por no recordar aquel nombre. Cuando estaba a una cuadra de casa sonó el celular y era ella. ¿ Me llamaste?. Allí se me iluminó la región astuta del cerebro y le respondí - Si! , ya estoy saliendo del super, conseguí aquel vino que buscábamos. Ella hizo la respuesta lógica de toda esposa metida en la convicción que el marido olvidara lo principal: - Si, pero traes las alcaparras?. Si, claro, respondi.

Pare el auto y volví al Supermercado. Por las dudas tome el celular y le whatsaapee: - Querida, llevo las alcaparras. Así si vuelvo a olvidarlo -porque me hable una señora en el super - encontrare ese puto nombre con erre en algún lugar. Nada como el whatsaap. Si señor. Eran alcaparras.- ( ADS


QUE COBRO DOCTOR...

 QUE COBRÓ DOCTOR?

Los Franco, hijos del gran Venerando Franco del glorioso barrio San Antonio de Pilar, eran enormes basquetbolistas, alguno de ellos, como Raimundo, seleccionado Paraguayo y gran animador de las ligas mayores de Asunciòn. Su hermano Sindulfo, aparte de gran valor de las jornadas basquetbolisticas en el lero de Mayo, era un exquisito mediocampista creador, de aquellos que se detenían en el mediocampo durante media hora, sacaba la calculadora, medía la velocidad del viento y encajaba una pelota oportuna que aun yo podía embocarla en el arco rival. Pero no podías pedirle que se concentre enteramente en el partido. Escuchaba mucho a las gradas, digamos.

Aquella vibrante tarde de un clásico de dos orillas del arroyo Ñeembucu, entre el Club America y el Gral Diaz, como era habitual, lo tenía al querido, recordado y admirado Dr. Milciades Ortiz Granada, gran medico y gran deportista, con sus opiniones sobre la actuación del arbitro desde el palco, elevándose de tono.

Llega un momento en que Sindulfo Franco se encontraba transportando la pelota, y dribleando serenamente a tres o cuatro rivales, cuando el Dr. Ortiz lanza una fuerte voz de protesta porque supuestamente el espigado creador cometió una infracción en el ataque.

Sin que el arbitro asuma ninguna medida, ni sople el pito, SINDULFO FRANCO, recoge la pelota del piso y ante el asombro de todos recorre la distancia entre el área grande rival y las proximidades del Palco en el centro de la cancha, eleva su mirada hasta donde se encontraba el Dr. Ortiz y pregunta:

- ¿que cobró Doctor? - con su habitual suavidad.

Y se abre como una flor ese gesto difícil de describir, que se consuma cuando todas las hinchadas se ríen al mismo tiempo, incluyendo al Dr Ortiz y al jugador. Es cuando el humor puede más que la guerra.-


ONIRICA

 ONIRICA.

Un día despertó. Nada de lo que soñó había sucedido o nada de lo que sucedió fue un sueño. Le llevo bastante tiempo ubicar un punto en el techo para concentrarse en ese dilema.

La almohada olía a ella, percibía el perfume de sus humedades y hasta la micro-brisa de su pelo mojado fluyendo  hacia algún lugar en la cama. Pero eran olores de verdad o eran aromas de abstinencia?

La ultima vez que se perdieron en una discusión ella fue a dormir a la habitación contigua que ahora enseñaba su puerta entreabierta. Esa ultima vez, fue anoche o fue en algún lugar del pasado? Y si la oyera respirar ahora, ¿sería verdad o seria como el dolor que persiste en un brazo amputado?.

Soñarla nuevamente, si solo fuera un sueño, le remitiría al desgraciado mundo de los sueños fruncidos, aquellos que se mueren con el alba y cuya re-vivencia no tiene otra materia sino colores de mariposas que escaparon dejando sus colores en polvo en el ultimo dedo que alcanzò a tocarlas.

Que es el intento de resoñar un sueño sino atrapar una mariposa que se espolvorea en colores entre tus manos.

Luego, dormir sin soñar sirve. Sirve como vivir prohibiendo sueño



TODO LO QUE SE PUEDE VER DURANTE UN SEMAFORO EN ROJO AMANECIENDO AL DIA SIGUIENTE DE LA NOCHE DE BRUJAS

  Dos nubes negras, las únicas, empujan al sol y amanece. Las aves que se escuchan por las ventanas abiertas del automóvil, en la desierta a...