martes, 2 de julio de 2024

ESE PENAL DE TRIKI TRAKA

 


ESE PENAL DE TRIKITRAKA

Payaso de oficio, trabajaba en cumpleaños y eventos escolares. En cada circo que llegaba al pueblo tenía  su lugar como los músicos locales que hacen de “teloneros” cuando viene un consagrado de afuera. Pero TRIKITRACA tenía otra virtud: era muy buen wing por derecha y como tal aparecía los domingos ( obviamente sin nariz de payaso ni cara pintada) en el cuadro principal del Deportivo Juventud Cristiana de mi pueblo. 

El 87 fue un año especial para TRIKITRAKA porque convirtió goles, lo entrevistaban en la radio y lo contrataban en más cumpleaños por la popularidad de su buen desempeño. 

Era interesante porque en los partidos los relatores no le decían  Eusebio Winston González como se llamaba sino seguían aludiéndolo con su nombre de payaso. Que buena delantera aquella del Juventud Cristiana del 82 : TRIKITRAKA por la derecha, Mario Gerialberto Rodriguez por el centro y el gringo Johnson, cariñosamente llamado “Guinea rupi a” ( por sus pecas) corriendo por el andarivel izquierdo. 

Payaso! Le gritaban a veces y él giraba el rostro y se reía y el que le gritaba debía tragarse la torpeza de una obviedad. Algunos dicen que en las tensas aglomeraciones esperando un córner llegaba a contar chistes que causaban la hilaridad de compañeros y adversarios. También cuentan que ese año brillante del Juventud Cristiana los directivos tuvieron que pagarle varios domingos a TRIKITRAKA los honorarios caídos de un cumpleaños que debió desagendar por el compromiso de vestir la verdiroja, los colores del equipo.

Una vez ya hacía el final del campeonato vino al pueblo el Circo Panamericano, grande, de esos con elefantes y camellos y nuevamente lo contrataron al TRIKITRAKA. Aún estaban por el pueblo en la final del campeonato y nadie se olvida del gesto de sus compañeros del circo, por lo menos siete enanos, la mujer que se colgaba de sus trenzas, el domador de elefantes y el hombre las alto del mundo que fueron a mirarlo y a alentarlo todo el tiempo. 

Pero el gesto que todos valoraron  y por el cual agradecieron por altoparlantes al dueño del circo, el Sr Nolan Herwklgrinhagem, ( gracias señor Nolan le dijeron ) fue el haber facilitado que el propio elefante “Jumbo” entre a hacer una caminata olímpica por la cancha antes del partido final llevando sobre el lomo la bandera de la municipalidad del pueblo y al hijo  del intendente.
 
Una vez que empezó el compromiso dejaron al elefante a la sombra de un mango del sector de los vestuarios de visitantes y todos disfrutaron de esa final inolvidable.

La fiesta hubiera sido completa si no fuera por aquel penal que decidía la suerte del campeonato. Fue siempre el gringo Johnson el penalero del club y nunca TRIKITRAKA, pero sonó tan conmovedor que los siete enanos, el hombre más alto del mundo, la mujer colgante y todos los extraños circenses corearan el nombre de TRIKITRAKA a la hora del penal definitorio que el técnico - tocado en sus fibras - dijo con seguridad : que chute TRIKITRAKA.

El payaso ante la pelota que definía el campeonato y el buen arquero de Puerto Esperanza, Benedicto Mancuello, frente a frente, con tanto silencio a su alrededor, pero con tanto silencio expectante, que se podía escuchar la respiración del elefante che. 

Ni los relatores decían nada. Todos sabían que ese gol era la gloria para el barrio más populoso que había levantado la cancha con el esfuerzo de sus socios albañiles, que sostenía el equipo con contribuciones solidarias y que cada domingo pagaba la entrada, a veces prestado una Plata que no tenían. 


TRIKITRAKA retrocedió, y siguió retrocediendo, para muchos retrocedió demasiado, tanto que su arquero le topetó antes de llegar a su propio arco.

Del otro lado el arquero firme golpeando las manos enguantadas de manera intimidante. Se observaba con relativa facilidad como el temor palidecía el rostro del payaso enfrentado a singular compromiso de inconmensurable importancia para la multitud que vino a alentarlos. Y pegó la corrida, ya en el trayecto se dio cuenta que había retrocedido demasiado, llegó como cansado a la pelota y le pego con demasiada vehemencia a la útil. Ella voló por encima del arco, por encima del alambrado perimetral y por encima de la gradería visitante y solo fue recuperada por el Chicho Vazquez al dia siguiente, en sus giras aerobicas por el muro de Pilar.

 
Los que ese domingo fueron a la cancha con la ilusión de ver a Juventud Cristiana campeón,  por primera vez, primero se miraron estupectos del dolor, pero de inmediato la rabia les trepo por el cuello y reclamaron furiosos y compungidos el porque le entregaron el penal a “ese payaso”. Un pire vai jefe se apoderó de la multitud. 
La cosa empeoró y hubo conatos de violencia y le lanzaron thermos, aquellos de aluminio, naranjas y la montura de un caballo, al equipo mientras salia. Trikitraca se perdió.

Los enanitos, la mujer colgante y el hombre más alto del mundo retornaron en medio de improperios por haber “mufado” el partido, y adoptaron - por seguridad- volver a la calle a lomos del elefante y con ellos treparon al propio Trikitraka. Espumaba la boca sucia de la barra brava local contra la singular comitiva en retirada. 

Algunos dicen que uno de los enanos iba gritando que los atropellarían con el elefante si pasaban a la agresión física contra ellos, pero eso solo lo escuchó el Japonés Burgués que exageraba las cosas.

Mi amigo Felipe quien estuvo allí me contó que le retaron hasta al elefante esa tarde de frustración inconsolable. Hasta al elefante le recordaron de su madre, pobre paquidermo que seguramente no entendía nada de fútbol”, reflexiono el sabio de Felipe . - 


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