martes, 2 de julio de 2024

TODO LO QUE SE PUEDE VER DURANTE UN SEMAFORO EN ROJO AMANECIENDO AL DIA SIGUIENTE DE LA NOCHE DE BRUJAS

 



Dos nubes negras, las únicas, empujan al sol y amanece. Las aves que se escuchan por las ventanas abiertas del automóvil, en la desierta avenida, menos que trinar, parecen reclamar con alargados pitidos el por que cuernos tienen que levantarse tan temprano. El domingo va naciendo con su representación crucial del día mas complicado de desperezar de la semana. Y aún así, amanecer - al fin - del domingo, que es el instante raro mas bello del universo.


Toda la cIUdad bosteza su sensualidad de ojos cerrados o quizás entreabiertos. O quizás no sea por sus vapores y humedades de sol naciente y fresco mañanero, sino por la inigualable sorpresa de despertar con un rostro que no terminas de saber si se corresponde con el mismo de siempre o definitivamente usted amanecio con otra mujer. Esa desenfrenada gracia tiene este lento volver a algún lugar, o de algún lugar - uno nunca sabe - respirando ese solo instante del universo en el que la expresión aire puro tiene un sentido, aun menos que por ecologismo porque el pulmón siga funcionando urgentemente.


Luz roja y parada en un semáforo. Alli seis chicos tratan de discernir sobre colores que permiten cruzar la calle y los que lo prohiben; y te detienes a gozar del show, no tanto por la gracia que acumulan al de-construir saberes y convenciones, sino por el impagable espectáculo de los retornos de Halloween. Si señor, eso no se compra con cualquier tarjeta. 

Alli por ejemplo, en ese solo instante de luz redonda que te detiene ves una esbelta señorita que viste una larga capa roja y que sostiene fastidiada una especie de gorro frigio, también roja. Ayer a las 23 era una inocente Caperucita del mismo color, la misma que a esta hora parece comentar - con un osito de peluche inserto entre el escote - lo bueno que supo el lobo, salpimentado y comido.


Pero su amigo, el Zombie no está menos genial, con una prótesis de brazo rascándose la espalda y bebiéndose un jugo de naranja, en cuanto todos saben que los zombies aborrecen el jugo de naranja, al menos cuando termina de amanecer.

Hay un Batman un poco mas allá, discutiendo amargamente con una mina que viste un traje de presidiario. Ambos se gritan con lo mas excelso del dialecto de los borrachos: esas largas frases, resumidas en la idea fuerza : " y es lo ultimo que te quiero decir", pero repetido durante noventa y siete ocasiones.

Más, bizarro, bizarro, es el cuadro que se ve un poco mas allá, donde la esquina baja hacia un callejón empedrado; allí se puede ver un robusto Superman, fruto de una impecable vestimenta e interminables sesiones de gym y pichicatas con esteroides anabólicos. El súper héroe, el más grande de todos los heroes, solo vulnerable a la criptonita verde, vomita torrencialmente, mientras su amiga, una sexy enfermera mira hacia sus otros amigos, blanca y bella, abriendo sus brazos y preguntando ¿ que hago con el?

La luz verde se enciende y los tipos de atrás con su bocina y su cabrona ausencia de humor para seguir mirando la surrealidad abajo de un farol apagado  bajan el telón. 

Finalmente reflexione ya llegando a casa y mientras el porton se abria perezosamente: que pedazo de humanidad le metieron estos pibes descompuestos a todo el Marvel que uno se pueda imaginar. Hasta pense volver con un Emetan para el pobre superman, mira lo que te estoy agregando.






MUSICA DE TARDECITA

 MUSICA DE TARDECITA


Cerca de mi casa hay un parque.En el parque - fuí a verlo - hay tres hamacas. Desde que me mudé a esa zona y paso por allí esperaba una magia que no se producía: que coincidiera el chillar de los eslabones de la cadena que sostiene el asientito de madera con la salida de los niños de la escuela.


Es...lo que sucedía siempre, en toda la historia de la relación de nuestra niñez con ese acontecimiento jubiloso, tan solo comparable con la vacaciones de quince como es LA SALIDA.


(Por algún motivo, quizás una incipiente consciencia de la transgresión era que las vacaciones de quince te ponían mas felices que las enormes vacaciones de tres meses. Por eso era que te resistías a producir los infames deberes con los que te enchufaba la insufrible maestra de matemáticas hasta la tarde del domingo previo al lunes del regreso. Aunque no faltaba el prolijo de la cuadra que en el primer futbolito 


de vacaciones te decía al respecto de tales deberes - " ya los termine" con aire de sobrador, 16 horas después de declarada las vacas. Habia que ser carnero.)

Volvamos a la hamaca. De tanto no escuchar que se cerrara el circuito: salida de alumnos- sonido de las hamacas me instalé in situ tres semanas después a ver que ocurría. Esperé en el auto, con el motor encendido, como en una novela de espías en el angulo exacto en el que se podía apreciar a los niños viniendo y la esquina del parque con las hamaquitas en oferta. 


Lo que sucedió me dejó desconcertado. Primero porque advertí que no gritaban tan electrizadamente como en nuestros tiempos al sentir en sus rostros el aire de la libertad de extramuros. En segundo lugar porque todos transcurrian por la calle del parque sin mirar esas hamacas.


Bah..uno si. Mas grandecito. Que cambió de vereda, entró al parque y se sentó en una de las hamacas. Pero no se movía che. Luego adverti que sacó del bolsillo un celular y empezó con un chat. Estamos fritos, pensé.


Se levantó un poco mas tarde y siguió camino. Para peor cuando se incorporó produjo un milimétrico movimiento que sonó como una cachetada para el ya sopapeado rostro de mi nostalgia. El pibe detuvo la hamaca al levantarse, como quien detiene el mecer de un sillón antes de irse. Pero la gran siete!, en nuestros tiempos abandonábamos las hamacas en el ultimo envión que solía compararse con la fuerza del último motor Jupiter de Wernher Magnus Maximilian Freiherr von Braun, en el mismísimo centro espacial Marshall de la NASA, y nadie, mirá lo que te digo, nadie quedaba a aquietarla de nuevo como si se tratara de un pony.

He pensado ya en reunir a un par de chicos y ponerlos a hamacarse a la hora de la salida. Capaz que de verlos se recupera esa tradición. Pero se también que hay un tiempo en la historia del mundo cuando las tradiciones se transforman en "artesanía prehistorica" y capaz que tal cosa esté sucediendo.


Me aterra recordar el verso de un poemita que escribí en el 98. Se llamaba "sueños fruncidos" y versaba sobre ese momento en el que despertás y producís el estúpido esfuerzo de tratar de dormir de nuevo para reatar un sueño genial. De volver a sentir ese beso que quedó en el tiempo y que por alguna conchuda razón volvió esa noche en el bus onírico al que te trepaste. Pero siempre es en vano, los sueños no tienen "alargue". O como decía ese poema, es como atrapar una mariposa, que " se espolvorea en colores entre tus manos".


Igual es triste. Un parque con hamacas que no suenan. Es una música que deja de tocar el mundo en sus tardecitas, laputamadre.-


MUSICA DE TARDECITA

MUSICA DE TARDECITA

Cerca de mi casa hay un parque.En el parque - fuí a verlo - hay tres hamacas. Desde que me mudé a esa zona y paso por allí esperaba una magia que no se producía: que coincidiera el chillar de los eslabones de la cadena que sostiene el asientito de madera con la salida de los niños de la escuela.

Es...lo que sucedía siempre, en toda la historia de la relación de nuestra niñez con ese acontecimiento jubiloso, tan solo comparable con la vacaciones de quince como es LA SALIDA.

(Por algún motivo, quizás una incipiente consciencia de la transgresión era que las vacaciones de quince te ponían mas felices que las enormes vacaciones de tres meses. Por eso era que te resistías a producir los infames deberes con los que te enchufaba la insufrible maestra de matemáticas hasta la tarde del domingo previo al lunes del regreso. Aunque no faltaba el prolijo de la cuadra que en el primer futbolito 

de vacaciones te decía al respecto de tales deberes - " ya los termine" con aire de sobrador, 16 horas después de declarada las vacas. Habia que ser carnero.)
Volvamos a la hamaca. De tanto no escuchar que se cerrara el circuito: salida de alumnos- sonido de las hamacas me instalé in situ tres semanas después a ver que ocurría. Esperé en el auto, con el motor encendido, como en una novela de espías en el angulo exacto en el que se podía apreciar a los niños viniendo y la esquina del parque con las hamaquitas en oferta. 

Lo que sucedió me dejó desconcertado. Primero porque advertí que no gritaban tan electrizadamente como en nuestros tiempos al sentir en sus rostros el aire de la libertad de extramuros. En segundo lugar porque todos transcurrian por la calle del parque sin mirar esas hamacas.

Bah..uno si. Mas grandecito. Que cambió de vereda, entró al parque y se sentó en una de las hamacas. Pero no se movía che. Luego adverti que sacó del bolsillo un celular y empezó con un chat. Estamos fritos, pensé.

Se levantó un poco mas tarde y siguió camino. Para peor cuando se incorporó produjo un milimétrico movimiento que sonó como una cachetada para el ya sopapeado rostro de mi nostalgia. El pibe detuvo la hamaca al levantarse, como quien detiene el mecer de un sillón antes de irse. Pero la gran siete!, en nuestros tiempos abandonábamos las hamacas en el ultimo envión que solía compararse con la fuerza del último motor Jupiter de Wernher Magnus Maximilian Freiherr von Braun, en el mismísimo centro espacial Marshall de la NASA, y nadie, mirá lo que te digo, nadie quedaba a aquietarla de nuevo como si se tratara de un pony.
He pensado ya en reunir a un par de chicos y ponerlos a hamacarse a la hora de la salida. Capaz que de verlos se recupera esa tradición. Pero se también que hay un tiempo en la historia del mundo cuando las tradiciones se transforman en "artesanía prehistorica" y capaz que tal cosa esté sucediendo.

Me aterra recordar el verso de un poemita que escribí en el 98. Se llamaba "sueños fruncidos" y versaba sobre ese momento en el que despertás y producís el estúpido esfuerzo de tratar de dormir de nuevo para reatar un sueño genial. De volver a sentir ese beso que quedó en el tiempo y que por alguna conchuda razón volvió esa noche en el bus onírico al que te trepaste. Pero siempre es en vano, los sueños no tienen "alargue". O como decía ese poema, es como atrapar una mariposa, que " se espolvorea en colores entre tus manos".

Igual es triste. Un parque con hamacas que no suenan. Es una música que deja de tocar el mundo en sus tardecitas, laputamadre.-


EL DEBU DE MURTINHO

EL DEBU DE MURTINHO

Hay tipos que tienen mejor memoria y recordaran si fue para la primera o segunda rueda ( que asi se llamaban antes), cuando surgió en el pueblo la versión de la llegada de un brasileño para el cuadro del Fomento Sur.  Las nacionalidades tienen mucho que ver con los deportes. No es lo mismo que te digan que va a venir un canadiense a que sea un brasileño el que venga para jugar al futbol. Lo mismo que con el Basquetbol, si te dicen que viene un Haitiano no te mueve mucho, pero si te dicen un yanqui, es otra historia, o que te digan que viene un ajedrecista Ruso, ya te garantizan con la bandera, viste?.

Lo cierto es que la versión que surgió en el Bar  Carrasco, luego paso al corrillo de la Foca y finalmente se empezó a mencionar en Reseña Deportiva, allá por Julio del 80: la venida de un jugador brasileño de nombre Murtinho. Numero nueve decían, en aquellos tiempos en que el numero y la función eran indivisibles – y parafraseo al Gabo – como el zumbido y el moscardón. Pocos días después todos hablaban de Murtinho y se hacían mitos sobre su potencia. Morocho, metro ochenta, decían y no falto quien preguntara si basquetbol jugaba ( Pilar, nio).

Finalmente en la ultima semana de Julio, en un viaje regular ( regular por lo horribles que eran) de Sirena del Paraná llegó a la terminal de ómnibus Roberto Felipe Murto Malacao, alias Murtinho. El intendente, que era fanático de Fomento estuvo allí, al igual que medio centenar de personas, a esperarlo. En un simpático acto, le hicieron entrega de una pelota en cuyo interior habían metido la llave de la ciudad, nadie sabe como.De inmediato lo llevaron a la pensiòn Del Puerto a descansar porque su debú se daría ya al día siguiente. 

Mínimo eramos 30 chicos, cachorros de futbolistas,  estudiantes como yo, gente grande del barrio, todos subidos a la montura de su bicicleta y observando, en típica pose pilarense, aguardando la salida de Murtinho del hotel. Tipo 11.30 apareció Murtinho en la recepción y comedor, donde ocupó una mesa con el Presidente del club y el entrenador. La masa de curiosos se agolpó en racimo ante la ventana alta y de rejas pintadas de verde ejercito, tratando de escuchar. Siesta calurosa, cigarras, sonido de heladero y alguna moto de escape libre de por medio. Había que agregar a esto ese impertinente sonido descripto por Isacio Burguez en su breve opúsculo sobre las aves de Pilar, bautizado con el nombre de  cho chi y que según èl, tenia como único propósito biológico el impedir la siesta de la gente.

El salón era  grande para la modestia del mobiliario, o el mobiliario era modesto para la enormidad del salón, eso ya podríamos discutirlo luego. Sin embargo, el mostrador tenía una constitución robusta, oscura y con el lustre de los brazos que posaron y bebieron sus fernets, sus cañitas, sus cervezas, sus naranjiles. Solo cuatro mesas, en geometría  cardinal se repartían el aire que se escuchaba girando arriba en las aspas de madera terciada con vieja pintura imitación a caoba, que no hacia viento pero paseaba con bonito donaire el vestido largo de una bien tejida tela de araña. 

Pero donde sucedía la cosa y donde estábamos todos expectantes era afuera, vicheando la escena desde el ventanal que debía estar a 8 metros de la mesa de Murtinho. 

Oñee pio como brasilero, preguntò, el Negro Mereles. Reipotá pio oñee polacope, le respondió el zapatero Mendieta, siempre tan tajante, lo que despertó la hilaridad del conjunto y no dejó de llamar la atención de los comensales. Algunos aseguran incluso que Murtinho les miro en ese momento.. Mañami omañá ñande rehé la tipo, dijo alguien.

El primo del electricista Salinas, cuyo nombre nunca recuerdo advirtió luego que el jugador brasileño devoró un plato de caldo de porotos de entrada. Oú avei la cumanda la rapai, dijo medio en voz baja, lo que suscito el tradicional ehh?, de la gente que quería escuchar mejor. Hoú poroto!, agrandó la voz Huguito, porque siempre el que aclara lo que no se entiende es otro en un grupo asi. Ea, replicó Mereles, koaa nio hou voi poroto Brasilpe, pea nio ichipaí hikuai.  Así continuó ese prodigioso descubrimiento comentado, casi microscópico, de la otredad en formato jugador de futbol que allí se exhibía de cuerpo presente.

Poco rato después irrumpió en el comedor del hotel Rubén Cesar González, alias Bebito, ídolo máximo del club, pelo largo, pinta de ídolo de tapa de Goles de los 70.  Hubo toda una movilización de los curiosos tratando de ver desde la estrecha ventana con rejas, horriblemente pequeña para medio centenar de observantes y razón por la cual era esencial que los que estaban en primera línea, no mas de siete, transmitieran los hechos que en general eran re-comentados por de la segunda fila para los de mas atrás.

Le pasó su mano a Bebito cheraa, dijo uno. Oabrazà chupe, complementò otro en tiempo real. Se entiende pio cuando habla, preguntó alguien desde atrás, casi desde la calzada. Mbaeiko chimá, hei chupe, cheraa, aseveró el peluquero Pereira que estaba con la cara metida entre las rejas. Bebito pio, pregunto uno desde atrás. Bebito,  reipota pio la brasileño oñee chupe guaranime, ich… replicó Mendieta, provocando de nuevo risas.

Ña juana, la dueña de la pensión entró al comedor con una fuente en la que tiritaban aun en aceite una decena de milanesas. Oikè ña Juana, milanesa la tema raé hina, dijo uno de adelante. Allí y en ese instante, recuerdo bien que subiéndole prácticamente a espaldas de mi hermano y recostado en  Julio Pyguasu pude ver la secuencia yo mismo. 

Había aparecido un fotógrafo y una vez que Ña Juana posó la fuente con milanesas se incorporaron para tomarse una foto. No puedo olvidar un detalle que años después, (40 años después) aun hoy me lleva a una pequeña reflexión que después les explico. Lo cierto es que cuando se aprestaban para la segunda foto - el ídolo Bebito a un costado, en el centro el Presidente y Murtinho y en el otro costado el DT- Murtinho levanta la fuente de Milanesas, como si fuera un trofeo, entendes?. Una especie de copa de campeonato pero levantada solo hasta la altura del hocico y esa sonrisa tan plena, tan sincera, tan auténtica de blancos dientes blancos sobre el rostro negro de negro, una foto inolvidable que quedo en mi cabeza para siempre. Ovyá la tipo.

Vos sabes como era el tiempo en esa época, allá en el sur. De pronto rompió un aguacero sin dar explicaciones, y al sonoro pipuuu de todos despejamos la platea que observaba la escena al interior de la pensión del Puerto y a su vez nos retornamos a hogares con el veloz bicicleteo simultaneo. Ya en la tarde tocaba ir a ver el debut de Murtinho, a gozar de sus goles y a sentir la frustración de los rivales mezclada con la acritud insoluble de la envidia.

Yo no fui al estadio sino a la terminal porque empezaba el cursillo de la Universidad en Asunción. Recuerdo que al día siguiente, más porque me llamaron a consultar como había llegado, yo atinè a preguntar que tal había sido el debut de Murtinho. La respuesta de mi hermano fue: desastre. 

Entonces pedí hablar con Papá para escuchar una segunda opinión, y el me dijo lo mismo pero con la palabra desmembrada: de sas tre , mijo, de sas tre. 

Recuerdo que me explicaron mas cosas, pero no logro recordar que detalles eran.Traté de preguntar varias veces mas sobre Murtinho ese año, y terminé no preguntando mas la vez que me contaron que lo contrataron como secretario de don Cirilo, a cargo de la intendencia de la cancha. Ombovyvy porà la pelota rapai, dijeron con triste ironía.

Por eso de Murtinho trato de recordar siempre la ilusión. Porque uno se amarga si no recuerda esa parte de las historias que se revisten de ilusión. Después ya vienen siempre los desencantos y eso no vale la pena recordar. Por eso de Murtinho me gusta recordar esa foto cuando levanta triunfal la fuente de milanesas antes de su debut. 

Quien sabe cuanta felicidad le daba llegar a la gloria de un plato de comida.-

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07/08/21


ERAN ALCAPARRAS

 ERAN ALCAPARRAS


En mi casa, mis dos hermanos atribuían tal cosa a una especie de consecuencia de los privilegios que yo tenia por ser el mas pequeño de la familia. Lo cierto es que yo nunca supe recordar la nomina de los mandados.

Es cierto que probablemente mi madre contribuyo con aquel mito casero con su clásica expresión: - A Augustito no le pidan porque el se olvida

Así es que pude transitar gran parte de mi niñez sin hacer mandados lo cual, a su vez, me produjo un enorme drama con las artes nemotécnicas, supongo que repercutió también en mis malas notas con las ciencias exactas y mi inclinación por default a las humanidades.

De igual manera, mi madre tenia la gentileza de anotarme sus pedidos de manera que no debía hacer grandes esfuerzos en los cien metros que separaba mi casa de los almacenes de Doña Maria , doña Lika o don Etcheverria

Dicho esto, asumiendo mis deplorables dotes de mandadero con fines de compras hogareñas, fue que esta tarde mi mujer me obligo a una compra de ultimo momento. Ya saben, es imposible negarse al pedido de una mujer que esta preparando la comida de fin de año, con los nervios que ello supone y las tensiones de una “buena presentación” para el resto de la familia que estallara con su presencia en horas mas.

Sus expresiones, por cierto, fueron muy explícitas para entender que su confianza en mi memoria no era, precisamente, la del futbol alemán en Franz Beckenbauer en Mexico del 70 o Alemania 74; me dijo

- Vas a la góndola de las aceitunas.¿ Viste las aceitunas?

- Aha

- Ok, allí mismo, en el lugar de las aceitunas vas a encontrar las Alcaparras. No importa la marca, necesito un solo potecito, ok?

- Ok, necesitas algo mas...

- Nooo por favor... Concentrate en esto, aceitunas - Alcaparras, ok?

- ni hablar, no te preocupes

Uno trata de impresionar en las fechas especiales. No iba a estar olvidando algo con un nombre tan sonoro, alcaparras.Enfile hacia el Super, sin mayores contratiempos. Aceitunas- Alcaparras. Alcaparras - Aceituna.

Al llegar al Super, tres minutos mas tarde, pretendi repetir tales nombres entre el estacionamiento y el interior, pero iba a ser una falta total de confianza en uno mismo, así que me largue pensando en la inmensa cantidad de gente que va a hacer compras de ultimo momento, a la hora en que las cigarras empiezan a avisarte que la tardecita empieza.

Cuando atravesaba la puerta del Super, hice un rápido check list mental y la cosa iba bien: llegar hasta las aceitunas y allí encontrar las alcaparras. A dos metros de ingresar, una señora gruesa y preocupada me atajo del brazo y me pregunto si yo era yo. Si le respondí.Dijo que me veia en la tele pero principalmente quería darme su indignación porque mañana los operarios del super trabajarían por el mismo sueldo de días normales, pidiéndome que - por favor - le pregunte personalmente si era cierta esa versión a la gente de la caja.

Agrego “yo estuve por las cajas rapidas y allí alguien se estaba quejando, una señorita joven, de pelo teñido, rojo.”

Le agradeci y seguí mi camino. Cuando me hallé entrado en el Super me recibio ese salón gigantesco tan lleno de mercancías, con sus luces, su música de navidad, sus San Nicolases retratados en todas partes y con su multitud luchando por comprar. Y Cuando bordee las cajas para buscan un carrito me sucedió aquella invariable sensación: un vacío repentino en la boca del estomago, una especie de vacío sub-gravitante, ¿ viste cuando envias un mensaje de whatsaap y zas! alli mismo se te hace que no enviaste a la persona o al grupo correcto?. Así. ¿ Que era?. Pues recordaba lo de las aceitunas pero no recordaba que corno de cosa era que tenia que comprar y que estaban cerca de las aceitunas. Bah., caminando por el interior del super lo voy a recordar. Interin me cruce con una amable señorita “ repositora” ( que horrible nombre) y le pregunte: Señorita, por donde las aceitunas?. Ante ultima góndola señor, después de los condimentos.

Me lance de nuevo al entramado de mis neuronas a buscar esa sinapsis que me arrojara aquel nombre. Nada. Era algo con erre. Eso si. Recordé ERRES, una vieja marca de radio a transistores. Mi padre tenia una radio ERRES. Era holandesa?. Daba gusto escuchar ondas cortas, era toda una aventura universal. Algo con erre. No va a ser parra. Eran uvas, eran uvas, uvas pasas al lado de los recipientes de aceitunas?.

Debía tranquilizarme. Ponerse nervioso es la peor contraindicación para recuperar una memoria perdida. Pase por las frutas, por las carnes, por los lecteos y por fin divise a lo lejos la dichosa góndola ante ultima.Estaba seguro que encontrando las aceitunas las..... iban a estar allí e iba recordar su nombre al solo verlo.

Ademas tenia un nombre pintoresco. Hoja de parra. Taparrabos.Despilfarra. Esparadrapo. Aunque por cierto no entendía muy exactamente porque me golpeaba en la cabeza el dichoso nombre de un analgésico inolvidable: Alka-Seltzer. Sabias que ese medicamento se creo en 1928 ?. Alca. Definitivamente era algo de Alca también. Era Alca como aquel movimiento Alca?. Digo Alca y me acuerdo de la tremenda represión con gases lacrimógenos que nos ligamos en Quito en el 2004 cubriendo una convención del Alca para una agencia informativa latinoamericana. Ok. Empiezo a buscar esa otra cosa entre las marcas de aceituna.

Palmitos, no eran. Hongos tampoco. Y nada, a ver, no hay nada mas junto a las aceitunas que se llame con algo de arre, o alca. Alcarre, era?. Arrealca?. La humillación empezaba a subirme desde mis pies como una repentina sensación fría. No iba a llamarla a mi mujer era demasiado triste reconocer que uno se olvido de lo único que no debía olvidar en un día asi.

Apele a Google y puse: “producto que habitualmente se encuentra junto a las aceitunas en los supermercados”. Era inútil. Solo conseguí un tratado de temas sobre aceitunas y “encurtidos”. Que son los encurtidos?.

Iba a avivarme. Llamaria a mi mujer y le preguntaría?. De que marca preferís?. Así me daba una pista. Luego pensé en la alternativa que su respuesta fuera, o , “de que marcas hay”?, o peor aun, “ tráeme cualquiera”

Mire la hora. Era tarde. Preferí llamarla. Contarle la verdad y lo hice. Zas! , nadie respondía al otro lado del celular. Me di. Abandone el carrito en el mismo sitio. ¿Para que había llevado un carrito solo para comprar ..... que debía estar al lado de las aceitunas?

Realmente salí derrotado. Reflexione de que manera un suceso remoto puede llegar a condicionarte de por vida. Allí recordé que a consecuencia de ser el ultimo de la familia tampoco aprendi a nadar. Marinero no podría ser jamas.

Arranque el auto y volví refunfuñando contra el transito pero en el fondo triste e impotente por no recordar aquel nombre. Cuando estaba a una cuadra de casa sonó el celular y era ella. ¿ Me llamaste?. Allí se me iluminó la región astuta del cerebro y le respondí - Si! , ya estoy saliendo del super, conseguí aquel vino que buscábamos. Ella hizo la respuesta lógica de toda esposa metida en la convicción que el marido olvidara lo principal: - Si, pero traes las alcaparras?. Si, claro, respondi.

Pare el auto y volví al Supermercado. Por las dudas tome el celular y le whatsaapee: - Querida, llevo las alcaparras. Así si vuelvo a olvidarlo -porque me hable una señora en el super - encontrare ese puto nombre con erre en algún lugar. Nada como el whatsaap. Si señor. Eran alcaparras.- ( ADS


QUE COBRO DOCTOR...

 QUE COBRÓ DOCTOR?

Los Franco, hijos del gran Venerando Franco del glorioso barrio San Antonio de Pilar, eran enormes basquetbolistas, alguno de ellos, como Raimundo, seleccionado Paraguayo y gran animador de las ligas mayores de Asunciòn. Su hermano Sindulfo, aparte de gran valor de las jornadas basquetbolisticas en el lero de Mayo, era un exquisito mediocampista creador, de aquellos que se detenían en el mediocampo durante media hora, sacaba la calculadora, medía la velocidad del viento y encajaba una pelota oportuna que aun yo podía embocarla en el arco rival. Pero no podías pedirle que se concentre enteramente en el partido. Escuchaba mucho a las gradas, digamos.

Aquella vibrante tarde de un clásico de dos orillas del arroyo Ñeembucu, entre el Club America y el Gral Diaz, como era habitual, lo tenía al querido, recordado y admirado Dr. Milciades Ortiz Granada, gran medico y gran deportista, con sus opiniones sobre la actuación del arbitro desde el palco, elevándose de tono.

Llega un momento en que Sindulfo Franco se encontraba transportando la pelota, y dribleando serenamente a tres o cuatro rivales, cuando el Dr. Ortiz lanza una fuerte voz de protesta porque supuestamente el espigado creador cometió una infracción en el ataque.

Sin que el arbitro asuma ninguna medida, ni sople el pito, SINDULFO FRANCO, recoge la pelota del piso y ante el asombro de todos recorre la distancia entre el área grande rival y las proximidades del Palco en el centro de la cancha, eleva su mirada hasta donde se encontraba el Dr. Ortiz y pregunta:

- ¿que cobró Doctor? - con su habitual suavidad.

Y se abre como una flor ese gesto difícil de describir, que se consuma cuando todas las hinchadas se ríen al mismo tiempo, incluyendo al Dr Ortiz y al jugador. Es cuando el humor puede más que la guerra.-


ONIRICA

 ONIRICA.

Un día despertó. Nada de lo que soñó había sucedido o nada de lo que sucedió fue un sueño. Le llevo bastante tiempo ubicar un punto en el techo para concentrarse en ese dilema.

La almohada olía a ella, percibía el perfume de sus humedades y hasta la micro-brisa de su pelo mojado fluyendo  hacia algún lugar en la cama. Pero eran olores de verdad o eran aromas de abstinencia?

La ultima vez que se perdieron en una discusión ella fue a dormir a la habitación contigua que ahora enseñaba su puerta entreabierta. Esa ultima vez, fue anoche o fue en algún lugar del pasado? Y si la oyera respirar ahora, ¿sería verdad o seria como el dolor que persiste en un brazo amputado?.

Soñarla nuevamente, si solo fuera un sueño, le remitiría al desgraciado mundo de los sueños fruncidos, aquellos que se mueren con el alba y cuya re-vivencia no tiene otra materia sino colores de mariposas que escaparon dejando sus colores en polvo en el ultimo dedo que alcanzò a tocarlas.

Que es el intento de resoñar un sueño sino atrapar una mariposa que se espolvorea en colores entre tus manos.

Luego, dormir sin soñar sirve. Sirve como vivir prohibiendo sueño



UN INSTANTE DE NINEZ DE VACACIONES

 Un instante de niñez de vacaciones..

Cuando niño, caminaba hasta los altos barrancos de la Colonia Mburica, en ese recodo del rio Paraguay donde mi padre tenia una pequeña propiedad. Contaba con diez años y eran mis vacaciones. 

A esa edad uno es un estorbo para los primos mas grandes que se dedicaban a tareas mas salvajes como luchar en el rio, cazar bichos en el monte. Hasta la pesca era una tarea aburrida para esos primos que iban mas allá de la adolescencia y a quienes escuchaba en risotadas y maldiciones lejanas que el campo sabe como subir a las alas del viento y llevarse lejos. 

Yo aprovechaba esos momentos de soledad para sentarme a esperar. No tan cerca del borde de las barrancas que tenían como vida propia y un día se cansaban de esperar y se derrumbaban rio adentro.

Yo esperaba a los barcos. Enormes. Barcos de ultramar que subían o bajaban de Asunciòn con sus motores a marcha fluvial y a veces lentos, como a camalote. Me fascinaba preguntarme que ocurría al interior de esas monstruosas construcciones tan blancas como la cocina a querosene de la casa. 

Un par de sonidos podían vulnerar la sorda monotonía de su bramido ronco: la disonancia de algún metal, una campana a veces, alguna cadena otras, y el potente y triunfal saludo al jefe del Puerto de Mburica donde moraba mi tio Nenito. No estaba en edad todavía para pensar que el mismo bocinazo, con la misma fuerza estentórea sonaba en Rotterdam y sonaba en una aldea de tres casas colgada en esa cintura de rio que miraba hacia la otra costa de arena y jacarés dormidos al sol. 

Para nosotros todos eran Barcos Holandeses. No estoy seguro si porque en realidad lo eran o porque en general portaban esa bandera.

El segundo acto de un barco que transcurría en el horizonte era una especie de testamento de poder que dejaba cuando ya se perdía en el codo del rio. Era cuando en volumen creciente llegaban las marejadas de su potente desplazamiento, cada vez mas altas, voluminosas y ruidosas a golpear con fuerza en las barrancas. A derrotarlos a veces o casi siempre, con una porción de muralla de tierra barrosa y colorada que caía derrotada y teñía metros de rio, al tiempo en que con repetida constancia los moradores sempiternos de sus huecos, los rojos cangrejos, salían con una velocidad imposible a salvar sus pellejos y a esperar que la oleada siguiente los devolviera a la costa.

Un rato después la calma retornaba con precisión de reloj y el rio volvía a ser un espejo horadado solo por múltiples dorados que danzaban su fugaz aparición. De purísima y oro, el cielo y el sol vigilaban todo con la paciencia de dios.

El olor a la torta frita de mi abuela Catalina indicaba que era tiempo de volver al hogar, al amor de mi madre, a las fantásticas historias de mi padre, aguardando que un poco después los primos y mi hermano retornaran con el cobre oscuro de la aventura como rastros de tempera en sus rostros de mita-i guasú de vacaciones.

La merienda y el ocaso nos reunía en asamblea. El cansancio no impedía que los chicos se ocuparan de la manufactura redonda del bodoque de arcilla que en la noche descansaba sobre los techos para solidificarse al viento y se aceraba con los primeros soles. La previsión balística para el día siguiente era una obligación de hierro y un gesto de responsabilidad lindante con el sentido de la sobrevivencia en el monte. Unos pocos kilómetros de monte alrededor de la casa del rio de la abuela.

Los últimos en retirarse eran las voces polifónicas de los carayá de la orilla de enfrente que parecían reclamar el silencio de este escaso caserío una vez que la noche refugiaba a sus pobladores.

A veces, Simón, Martillo y otros perros ladraban a algún espectro que congeniaban en dibujarles falsamente la luna y el suave viento nocturno de la primavera. Otras veces solo ladraban por la misión de señalar que no dormían a sus serios amos que tras apagar una radio de ondas cortas con alguna emisión remota se sumaban al sueño de todos.

Las aves se ocuparían mas tarde de despertarnos al nuevo día.


EN EL FUTBOL NO HABIA ELECTROLITOS

 

EN EL FUTBOL NO HABIA ELECTROLITOS

Nada que ver compadre, hoy decÍs aguatero y nadie gira el rostro para mirarte. Hoy los muchachos tienen sed - que ya ni se si tienen - y les tiran unas botellitas desde el banco o se toman unos biberones cada vez mas chetos. Yo te estoy hablando del aguatero y del tiempo en que el aguatero era - EL – aguatero, el señor aguatero. Y te digo mas, vestía la camiseta de mangas largas y así como el técnico tenia el DT bordado adelante ( ojo, bordado, eh?) y el preparador físico tenia la PF, el Kinesiologo la K, el, tenia la A, la del aguatero.

En mi pueblo el equipo se sentaba en la cancha al final del primer tiempo, nada de ir a un vestuario como hoy. En medio de ellos, el aguatero venia con el agua fresca, en un balde nuevo de aluminio, que en una de sus orejas sostenia un ganchillo del cual colgaban nunca mas de tres o cuatro pocillos del mismo aluminio. Adentro agua del pozo y el hielo de la cervecería que se feteó antes del partido, un poco para esto y otro poco por si alguno se golpeaba y necesitaba de un frio urgente.
La otra opción siempre era un canasto de naranjas. Si señor. Impecablemente peluquedas todas por el mago del cuchillo de pelar, el gran Cirilo Yui, también intendente de la cancha de mi club. Y los muchachos elegían : querían un jarro de agua fría o una naranja que pelada a primera hora de la mañana que ya había acumulado un dulzor que no te puedo contar.
De que me vas a hablar vos ahora con tus botellitas que nadie sabe de donde viene. Agua sin autor. Antes en el field era agua de balde de aluminio.
Y si alguien se golpeaba en el medio campo, era el mismísimo aguatero el que corria detrás del Kinesiologo , el que tenia la K, y no sabes como era que esa agua llegaba hasta el jugador porque mirá que en nuestro club se iba derramando todo el trayecto porque Ciriaco, Ciriaco pobrecito, era rengo.
Y vos no me vas a creer pero con esa agüita que le derramaban a los muchachos curaban desde una luxación, una fractura, un calambre comatoso y si te descuidas al coronavirus le curaban con eso, mira lo que te digo.
Que me vas a hablar del gatorei y esas mariconadas en colores de ahora; antes era agua con hielo de cevecería en balde de aluminio o canasto de naranja y nunca Felicito Mendieta alias Itavya Muñeca o Juan Mercedes Toledo, “ El avión reóngüé” Toledo se quejaron porque le bajaban los electrolitos: De que electrolitos me vas a hablar, el futbol era de gente que no tenia esas cosas….-


EL BLANCAFLOR MEDINA

EL “BLANCAFLOR”MEDINA 

La defensa del Club Obreros Sindicalizados de mi pueblo nunca hubiera sido tan efectiva sin la breve pero histórica participación del Cirilo “Blancaflor” Medina.

Apodo inquietante pero cuya explicación no distaba de un razonamiento significativamente sencillo: pueblo ribereño frontera con Argentina, pacotilleo y micro contrabando floreciente en el que el paso de paquetes de harina era uno de los rubros principales. 

Cirilo era un veloz marinero del comercio transnacional en horas de la noche a madrugada, a bordo de su canoa de madera a remos bautizada con el nombre de “Exocet” en homenaje a un hecho balístico muy conocido por esos años de los albores de los ochenta por un asunto entre ingleses y argentinos aún más alla, en el sur.

“Blancaflor” Medina tenía mucha habilidad para captar el amague de los punteros por izquierda, la hamaca del atacante rival jamás lo mareaba pero si llegaba a suceder su sentido de sobre-vivencia siempre reservaba una guadaña afilada que sabía colocar a la altura de la “canilla” descripción maravillosa de una parte baja de la pierna que vaya a saber porque los preciosistas de la lengua le encajaron otros nombres.

Pero lo que quiero rescatar es el talento del periodismo deportivo de mi pueblo que tenia esa cosa para que los apodos no fueran remanidos sino le daban un toque de fosforescencia siempre al recurrir a ese territorio intelectual del sinónimo. Así se podía escuchar que un relator decía de él un día ... “brillante obturación del defensor no leudante” y mira que era muy preciso porque como todos sabemos una marca era leudante y la otra no. 

Otro se desgañitaba pidiendo que lo expulsen a este “ salvaje insumo de la torta frita” después de una falta alevosa, o aquel otro que después de un cabezazo y gol transmitió sobre que Medina era “ un vástago de trigo intergalactico”. 

Año increíble para el clu aquel 82. También para la actividad de frontera. Laborioso el “Flancaflor” Medina remando a la noche y entrenando como uno más al día siguiente. Ese año contribuyó mucho con el fútbol y con los almacenes del pueblo. 

Debía ser hacia las finales del campeonato cuando desapareció por dos semanas hasta que el propio Intendente hizo gestiones ante la Gendarmería argentina para que lo larguen con el noble fin de jugar la final. 


LUIS MIGUEL

 LUIS MIGUEL

julio 21, 2018





Nadie puede olvidar a aquel centrodelantero que contrataron en el Club para la temporada del 86. Primero porque le llamaban “Chileno”, y raro, porque era Uruguayo. Lo primero de él, al solo saltar al campo era su porte de muchacho fino. No había en el pueblo esa costumbre de hoy de ir a la peluquería como hoy lo hacemos, era una cosa de mujeres eso de ir y ponerse a leer revistas mientras se calzaban aquella cosa con pinta de cacerola que les secaba el pelo o que se yo que hacia. Este muchachón iba a la peluquería “La moderna” de las hermanas Liguria y decí que tenia condiciones para aguantar las cargadas que le hacían por ese gesto exageradamente metrosexual para la época.


Se llamaba Federico, Juan Vicente Federico, Hugo de apellido, y en el fondo era un kilombo porque los relatores de la radio del pueblo no alcanzaban a entender como un tipo podía apellidarse Hugo. Una vez, yo que por ese tiempo frecuentaba la biblioteca del Colegio Santo Tomás le conté al cronista de “Paisajes del Deporte, el Turismo y algo más ” que había un poeta que ya se apellidaba Hugo y sencillamente me miró sin darme bola, bueno dijo algo así como “ nombre artístico es ese, mita-í” y se fue con su transistor Erres siempre pegado al oido y al relato de Muñoz con algún juego en Buenos Aires.


Juan Vicente Federico Hugo, tenia esa cosa de distinguirse del resto de los chicos del club de nuestro barrio, los así llamados “negros del río” fundamentalmente porque era rubio. Pero no solo era rubio sino su pelo cuidado bailaba con la brisa del trote de ballet que tenia en la cancha cuando perseguía la útil en un pique largo y era como que esa cabellera flotaba en el aire, sedosa y brillante, al sol de  esas tardes de domingo.


Fue al segundo mes de su incorporación  cuando en medio de un encuentro contra el aguerrido Tres Corrales  del Barrio Obrero que alguien en las gradas criticando una jugada confusa en la que no metió la pierna ( era amarrete para las jugadas con carácter) le grito a voz de cuello - ¡moopio Luis Miguel!. Y desde ese día fue Luis Miguel y solo  Luis Miguel, incluso para los relatores deportivos mas rigurosos, hasta casi la navidad de ese año cuando abandonó el Club y abandonó el pueblo porque encontró una oferta mejor en la cosecha de algodón en el Chaco Argentino.


Así terminó la historia de Luis Miguel en aquel año. No hizo un gol en toda la temporada pero tampoco desentonó demasiado porque el club no venia haciendo goles ya hacia una buena temporada.-


QUE MANERA DE COMPLICAR LA VIDA

Que manera de complicar la vida.

Lorenzo Prieto era record Guinness de permanencia en la bicicleta, paraguayo, falleció el año pasado a los 75 años. Se podría decir que vivía sobre los pedales de una bicicleta. Fue reconocido en todo el mundo con sus shows de permanencia sobre ruedas, actuó en películas, fue doble de famosos.  

En la década del 70 fue a realizar una presentación en Pilar. Recuerdo bien. En el Estadio de Mayo y en la cancha del 1ero de Marzo.

También recuerdo que nosotros andábamos por el 6to año en el Colegio Italiano Santo Tomas, al cual dos años antes habíamos bautizado como Toma-i, alusión que siguió por décadas. 

Retomo. Viste 6to curso, ya estas harto de la academia y con ganas de pasar el ultimo año pleno de compañerismo y aquellas cosas que harán que jamàs te olvides que estuviste en ese momento de tu historia colegial.

La apuesta de Prieto era 24 horas pedaleando sin parar, comenzaba a las 10 de la mañana y debía durar hasta la misma hora del día siguiente. Una parte lo hacia en la cancha del Mayo y la otra en la del Primero de Marzo. Recuerdo que con Chicho Vazquez, Tale Galeano, Pepin Borba, Waldy Gill y Carlos Antola fuimos a la tarde a la cancha de Marzo a mirarlo. Nos aburrimos pronto de verlo a un buen señor girando sin otra novedad alrededor de una cancha; decidimos volver a lo de Tale que era un punto de reunión para escuchar música, hablar de chicas y bebernos las variables de terere a la carta que era un detalle en la casa de Tale. En realidad se llamaba Jacinto pero ni en su casa lo conocían con ese nombre.

El día transcurrió con la rutina de siempre aquel ultimo año de Colegio. Resistencia a estudiar en horas diurnas, dejándolo todo para la noche y madrugada, quizás una forma también de mantener al “grupo unido” hasta la hora del colegio. De hecho ya andábamos con la camisa blanca en la mochila y con la corbata en el bolsillo.

Alguien llego al final de la tarde con un sumario de temas ( era Botánica?) y nos aseguró que eran las preguntas del examen del día siguiente y que lo consiguió con el novio de la profe que era amigo de su padre y no se que historia. Para que pa. Eso basto para declarar jornada libre y la consigna que una hora antes del examen nos juntaríamos a repasar los temas y ya. 

Nos quedaba pues la noche libre y fuimos por hamburguesas a “Costa Azul” y como Isidrin Araujo -  creo que era él -  cantaba esa noche, ya no había nada mas que discutir, nos quedamos golpeando mesas con Creedence y pensando en un amor imposible con “Quizas porqué” de Sui. 

Serían las tres de la mañana cuando alguien de nosotros, en una pausa de canciones dijo:  - Muchachos, tengo una idea, una maldad, una maldad importante.

Giramos el rostro, encendimos todas las miradas de complicidad posible hacia el proponente. 

“ Vieron Lorenzo Prieto?” … Como sabemos si en realidad el sigue pedaleando a esta hora? Y que si a esta hora duerme y después se despierta de nuevo tempranito a seguir?

- Vamos! , reaccionó alguien de inmediato.

Pagamos la cuenta, lo cual puso muy contento a Juan Ramon Perez que estaba en la caja y nos enfilamos, 6 cuadras hacia el rio, donde se encuentra la cancha de basquetbol del 1ero de Mayo.

Los portones estaban cerrados y solo había un sereno. El sereno nos aseguró que Prieto seguía pedaleando pero que no había acceso en ese momento, que recién a las 06.30 abrirían. Le dijimos que si no nos abría el portón íbamos a ir a la radio a denunciar que no nos dejaron entrar seguramente porque Prieto dejó de pedalear. 

El sereno refunfuñando nos pidió que esperemos afuera e ingresó. Diez minutos después nos dijo, pasen y empezó a sonar una cumbia de los Wawancó ni fuerte ni bajo, mientras se podía apreciar en la recién pintada cancha del Mayo al mismísimo Lorenzo Prieto camiseta blanca con bandera tricolor y pantaloncito de satén blanco, girando cansino y casi somnoliento alrededor de la pista. 

Pepin Borba asegura que cada vez que pasaba frente a nosotros, que nos plantamos allí en la segunda fila de gradas, nos miraba muy mal, murmurando incluso algo que no entendíamos porque en ese tiempo todavía no había tipos de la tele que leían los labios.

Lo cierto es que nos quedamos hasta las 04, hasta las 05,  hasta las 06, mientras el pobre Lorenzo seguía girando con una grave mirada perdida en la somnolencia. Veinte años después Al Pacino habría de hacer un rostro mas o menos así en INSOMNIA - te acordás - con Robin Williams.  

A las 06.30, cuando abrieron los portones para que la gente ingrese oficialmente a ver a Lorenzo Prieto en su ultima jornada, decidimos que era hora de abandonar el lugar habiendo certificado que Prieto no durmió un sueño.

Teníamos una holgada media hora para caminar hasta el colegio y repasar los temas del examen. Chicho Vazquez sacó del bolsillo el preguntario y empezó a enunciar: Examen de Botanica, pregunta uno. 

Atrás venia Waldi, quien traía el libro y se ocuparía de ir dictando las respuestas para que el grupete vaya memorizando.  Efectivamente extrajo el libro doblado del bolsillo y como no respondía, Chicho reiteró la pregunta, nadie se detenía, seguíamos caminando todos hacia el Colegio donde nos aguardaba la profe de Botanica y el aula de examinación. Allí se escucho a Waldi balbuceando algo desde atrás. Cuando giramos el rostro lo vimos con una palidez mortal. En un hilo de voz dijo algo asi como..” kore, traje el libro de Lógica..”

Alguno reflexionó tiempo después que ese fue un castigo de Dios por ser tan mbores como fuimos esa noche con Lorenzo Prieto, al obligarlo a pedalear - sin excusas - en tales horas desiertas de la madrugada. 

Que ganas de complicar la vida, no?


OCTAVIO OCTAVIANNI Y LOS PARAGUAYENSIS

"OCTAVIO OCTAVIANNI Y LOS PARAGUAYENSIS"

Uno no puede olvidar aquel proyecto de crear un grupo musical y triunfar por el mundo que surgió cuando cursábamos el 5to de la secundaria en el Colegio Italiano de Pilar. No era un proyecto cualquiera, era realmente soñado. Todo empezó cuando fumábamos clandestinamente en la esquina de 14 de Mayo y la casa de don Fretes, nuestro sitio de conspiraciones en cada recreo, donde un arbolito se combinaba mágicamente con un recodo del muro del colegio. 

En realidad fue uno de los proyectos mas cuidados de nuestra historia personal, trabajamos meses en la idea. La banda de temas internacionales iba a llamarse Octavio Octavianni y los Paraguayensis porque nuestros atisbos marquetineros nos decían que tenia que tener un líder visible y un nombre homogeneizante ( Paraguayensis). 

Lo de Octavio Octavianni era por Ramon Octavio, o Pepin, quien claramente apuntaba a ser la figura central del grupo. Bah… también discutimos un poco de los riesgos de que una figura así se tiente mas temprano que tarde en lanzarse como solista, pero decidimos correr el riesgo.

En la segunda semana de la planificación del Grupo Musical, en una jornada nocturna en el Bar La Foca surgió una idea brillante: tendríamos un grupo numero dos, formado por las mismas personas pero dedicado al folklore. Ya en la madrugada bautizamos a este grupo con el inquietante nombre de “Los hijos de la Virgen”.

El siguiente mes dedicamos completamente a los aspectos formales de la banda. Escogimos un traje característico (que era muy propio de los grupos de fines de los 70) optándose por el satén blanco y un cinturón magenta. Solo nosotros y la selección de basquetbol de Pilar tenían un uniforme tan vistoso. Ah, perdón y nuestro propio equipo de basquetbol del 5to curso, los memorables Power Wings, que se hartaron de ganar todos los campeonatos, por tres años, en el Colegio Italiano. No voy a entrar en detalles, para no cansar ni presumir. Bah.. el técnico era yo.

Volviendo al Grupo Octavio Octavianni y los Paraguayensis, fue muy interesante la tarea posterior que debería ser un ejemplo para diversos grupos que nacen, esto es: la adecuada planificación. Con Pepin Borba, nos encerramos por semanas en la discoteca de ZP12, la radio de Pilar, con la anuencia de Faustino Salcedo, su encargado, solo a escuchar música e ir escogiendo repertorio. 

En el tercer mes, trabajamos la planificación de las presentación. Dijimos - durante un “terere puku” que duro toda la noche en la casa de Tale Galeano - que habría que empezar con humildad y con una gira departamental, para lo cual iba a pedirse consejo a Amparo Flores, sobre las pistas con mayor afluencia del amable publico.

Con Japones Burgues, ducho manager, planificamos una segunda etapa del Grupo mirando ya hacia la Argentina. Mision Laishì, Pampa del Indio, Quitilipi, Pampa del Infierno, Las Palmas, La Leonesa, Herradura, Piranè, figuraban en la planificación del conceptual Nordeste Argentino. “Ya llegaremos a Corrientes y Resistencia después” dijo Waldy, con una prudencia muy sabia.

Fueron maravillosos tres meses, que cualquier persona que planifica el nacimiento de un grupo musical debería tener en cuenta para asegurar esta delicada etapa.

Hasta esa tarde del tercer mes, en la que Chicho Vázquez recordó que ninguno de nosotros tocaba instrumento alguno. Y que nadie cantaba, por citar otro detalle que él consideró importante.

Y bueno. Así es como el mundo se perdió lo que podría haber sido un grupo legendario.-


EL COSTURERO FERNANDEZ

El costurero Fernández


Entre el “Costurero” Fernández y la hinchada de Fomento de Agua Potable, se desató – hay que decirlo – una  relación de amor y odio que recorrió como el caminito tenso de una ciática, toda aquella temporada.


Por mas amateur que sea, no podemos permitir que Fernandez nos obligue a encargarle los pantaloncitos” se quejó Carlos Antola en la ultima reunión de la directiva como tesorero, que era, del club.


Ya había tirria con el “Costurero” porque el mismo priorizaba los negocios de su tarea como “modisto” antes que su propio entrenamiento para la condición de puntero por la izquierda, cosa que, por otro lado, había desatado una sarta de lugares comunes en las transmisiones deportivas, como aquel relato de Hugo Rediell, cuando decía “ El Costurero Fernández, no da puntada sin hilo”.


Puede que aquella temporada del 87 estuviera también muy marcada por los efectos de la inundación, que había sumergido a la cancha del Club y tuvo que someterse a la humillación de utilizar el estadio de “Exploradores de Curupayty” que eran archirrivales de los campeonatos del barrio y de nuevo tener que soportar el chiste fácil en la radio sobre que eran un club “zozobrando en la profundidad de la tabla de posiciones”.


Y no era malo el “Costurero”, solo que, como siempre pasa con estos delanteros de rendimiento inestable, había partidos en los que enamoraba a los fanáticos, como aquél frente a Estibadores Golden Cross, en el que marcó tres goles y fue la primera vez que en la radiofonía de mi pueblo y en plena cabina de transmisión de ese partido se usó la expresión hat-trick:  “ el Costurero Fernández hizo "hat-trick" en el juego de hoy” – proclamó con la sobradura de los periodistas deportivos que saben decir. La parte más brava de la barra brava de mi barrio, obviamente al no comprender la expresión recurrió a la infalible descalificación y decantaron por gritarle al relator “pea nio delantero nda haei desodorante!”. ( Este es un delantero no un desodorante) Pero alguien explicó en las gradas el significado de hat-trick y se escuchó que al trompetista de la hinchada concluía muy sabiamente “ mbae pio nda hei porainte tres gole” ( Hubiera dicho bien nomas, tres goles)


Es cierto, retomo, que hubo estos momentos pero hubo otros como cuando planteó y por un partido logró imponer que el equipo entre al campo con “pantaloncitos Oxford” que el mismo diseño y elaboró , a los que calificó como mejoradores del rendimiento porque eran amplios. Sin embargo solo logró que el “Fomento de Agua Potable” recibiera la condena unánime de los concurrentes ( incluyendo su hinchada) quienes corearon la expresión “Moopio pollerita”!, (para donde polleritas) por la forma que dibujaba la indumentaria durante el ejercicio del juego.


Muchos sospechaban que el problema del “Costurero Fernández ” era su cercana relación con las señoras del barrio para quienes cosía vestidos, talleres, trajecitos de media estación, blusas,  y a veces también bordaba. Decían que esa relación le generaba la adopción de ideas e influencias  que ellas le iban dejando, lo cual le agregaba mas enfado a la barra, que no se cansaba de patriarquear con aquello que el futbol era cosa para tipos. 


Pero la gota que colmó el vaso fue aquella invitación a todas sus clientas al partido por la definición de la permanencia en la división, frente al fuerte “Ñeembucu Fischripper” equipo pobre, casi marginal, de “rio costa” pero aguerrido; ello convertía a este compromiso en un caldo tenso, nervioso y preocupante. Los directivos no durmieron una semana, los árbitros se vendieron y se compraron varias veces y la barra brava se preparaba con una agresividad muy pocas veces vista. 


A ese partido, y con la chambonada extra de no avisarles siquiera la gravedad que tenia ese encuentro para el futuro del club y mucho menos explicarles de que se trataba el fútbol, el Costurero Fernández invitó a 16 de sus mejores clientas, varias de ellas señoras copetudas, utilizando para tal ocasión las entradas del cupo de invitados de jugadores que no había utilizado en toda la temporada.


El destino quiso que la ubicación de las señoras fuera exactamente a los pies de la barra brava y el resto ocurrió solo.


A los cinco minutos del primer tiempo, y escogiendo un momento de mayor silencio, doña Silveria Granades, la dueña del Hotel Carpincho Resort, exclama mirando a los barras:


- Chicos, alguien que nos diga quien es quien aquí. O sea, tipo, quien es el rojo y blanco y quien es el amarillo y negro y cual de ellos es …nuestro equipo!! Jejeje..

- Yuuuuhuuuu, who is who, please…- agregó alguien de ese grupo, casi en coro, afirmando el pedido hacia los cara de ningun amigo de mas arriba.


Yo he visto, desde donde estaba, al otro lado de esas gradas, como los rostros iban desencajándose en esa hinchada. Bah, no eran los rostros nomas, uno podía oler como se empezaban a chamuscar esos testículos. ¡Podía escuchar porque suenan como pororó!. Muchos de ellos por años se habían resistido al llevarle a la madre al estadio – a mostrarle siquiera - para no tentar a la mufa, la mayoría de ellos no se quitaban el anatómico en la semana previa a un partido para correr a la mala estrella, el 50 por ciento de estos no se cepillaba los dientes durante todo el campeonato para no dar ceder un detalle al mal aguero, de tipos rudos hablamos y hoy, justo hoy que se define la vida del club, el pajero del Panadero invitaba a unas señoras que no sabían who is who en esa puta cancha, no había forma de pensar en que esto iba a acabar bien…ni en la cancha ni en las gradas.


Los hombres rudos respondieron con indiferencia hostil y activaron sus bombos, turues, latitas con piedras, vuvuzelas y gualambaus en un desesperado intento por hacer pasar el momentos y convencerse que nada de eso que había ocurrido era real, que no había señoras del costurero Parroquial preguntando  who is who  mas abajo, que eso no estaba ocurriendo. Y le dieron con todo a una adaptación del Japones Burgues de la canción de Joaquin Sabina preparada para la ocasión de evitar el descenso:


De sobra sabes que eres de primera

Que no miento si juro que daría

Por ti la vida entera

Porque en primera siguieras

Fomeeeento, Fomeeeento…



De pronto, Zas!, Primer gol de los “Ñeembucu Fischripper” , 36 minutos del primer tiempo. La hinchada paró con su cántico y sus bombos  como quien impacta contra una columna. Puteadas contra el técnico, el equipo y maldito silencio pirè vai de nuevo. Para que pa. Desde abajo las señoras alzaron el rostro hacia las gradas de los “bravas” y empezaron a hablar, de nuevo en medio tal silencio:


- “Muchachos!, porque se callaron si la actuaciòn que hacian estaba tan bonita. ¿No tienen en el repertorio “Cuando los santos vienen marchando?” .. When the Saints Go Marching In!!, sigan con esó plis!. Siiii, dijeron todas en coro.


Pero Juana “Pitita” Martens, la señora del Almacen de suelas, que parecía mas perceptiva, advirtió que la barra pasó al enfado y el silencio porque algo malo estaba pasando, “Chicas parece que algo paso!”


- Ay parece si,  veo que nuestro amigo el “Costurero” y sus colegas se agarran de la cabeza y parecen tristes y los que tienen las camisetas de otro color, festejan… - acotó con gran poder de observacion doña Ana Matarazza, la empleada de correos.


- Ei ustedes arriba – dijo la más pizpireta, la Joaquina – digannos que pasó,  no sean amarretes con el chisme, asi nos enteramos todas… y de nuevo se desató la risa de ellas.


Yo no les voy a mentir si les digo que por sobre la maraña de pelo nunca bien atendido del barra, brotaba lentamente el humo de la ira, uno de ellos vomitó sin más, fruto de la pulsión asesina y la ira contra las señoras que invadieron esas gradas e iban a empezar a degollarlas usando la tecnica de los “kamiseta Pyta-í” de la guerra grande; cuando alguien hizo ese grito de adelanto del gol. Explico: Un grito de adelanto es lo que ocurre en el bucle cuántico tempo-espacial del universo de una conquista, o sea cuando entra un gol: hay uno que tiene el privilegio de ver décimas de segundos antes y entonces hace el grito de adelanto que es breve y seco: Gol!, a lo que le sigue la grita euforica de todos con el Gooooooooooooollll multitudinario y generalista; son los dos tiempos maravillosos del gol, igual a como en una eyaculaciòn. Y era el empate. Justo a tiempo. Gol sensacional y con una elaboración de equipo, pero mas que nada una reivindicaciòn de un mediocampista obturador, sacrificado, con pasta para eso, el “Torno” Yaharí, quien oficiaba de mecanico dental en el hospital y de tarde venia puntual a todas las pràcticas.


Una de las señoras, a sabiendas que estaba sucediendo algo nuevo y en tanto no tenian respuesta de la hinchada de arriba prefirió llamar al señor que estaba parado mas cerca, en la cancha y que tenia unas siglas “DT” en la espalda.


- Deteeeeee?? Deteeeeee!, dijo doña Manuela, señoooorrrr!, insistió

- Eiii!,ustèd, somos las amigas del Costurero Fernandez y queremos preguntar!


Nadie sabe porqué - quizas fruto de su entusiasmo por el empate - Fortuoso Montepreto, tecnico del Fomento,  giró el rostro y miró al conjunto de impertinentes señoras.


- Ya era hora! - dijo Pitita, advirtiendole lo tarde que les daba vueta a mirar - señor dedeté puede decirnos que paso ahora que gritaron todos estos groseros de arriba?


Montepreto no les respondió, solo giró el rostro, con la mirada llamada hacia el Costurero Fernandez que en ese momento devolvía una larga pelota desde el banderin del corner rival hacia su arquero sin advertir que detrás del corpolento defensor Adolfo Mendocen, estaba la agil figura del “Peregrino” Vazquez, ex Tres Corrales, hoy apuesta de gol de los Ñeembucu Fischripper. 47 minutos, nuevo gol en contra del Fomento y tras ello  el silbato del descanso como el primer pitido de un infarto. La nave se hundia lentamente en el descenso. 


Diez y siete cambios formuló Fortuoso Montepreto para arrancar el segundo tiempo en un desesperado intento de buscar el empate.  Ya en el tunel,antes de llegar al vestuario, un oficial de policia y dos guardias del club detuvieron al Costurero Fernández y acompañados todos ellos de diez barras y el Capitan del club, fueron también a retirar de las gradas a las diez y seis señoras, lo que hacian diez y siete en total. Todos expulsados sin explicaciones del propio edificio del estadio y liberados del resguardo policial a quinientos metros del lugar.


Mientras venian calle abajo, con un insoportable calor de diciembre por llover, tropezando con el horrible empedrado del pueblo, la Pitita interpeló al amigo jugador:


- Donde habran aprendido educaciòn estos!, como es que vos te mezclas con esta gentuza. Vieron que nos e-cha- ron - espació la expresiòn deliberadamente- porque no se puede llamar de otra manera..


Siguieron luego caminando en silencio hasta que a 3 cuadras se escuchó de nuevo el resonar del estadio con el grito supremo de un gol. Entre trastrabillos y maldiciones por el calor, Doña Pitita agregó “ que clase de deporte es este en el que uno no puede preguntar”.-


Fin

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( Tampoco me pregunten sobre los dos tiempos  de la eyaculaciòn porque este cuento se elaborò pa otra temática.) 




 


GIRASOL INGIRASOL

 Girasol ingirasol


Hay un girasol que estúpidamente mira a la pared y una pared, obviamente. Un puente de sol cotidiano, casi tangible de polvo en suspensión, que da sentido a la identidad de ella:, el girasol .Y alguien como yo que dice en voz baja, como si hubiera alguien alrededor: ¿por qué se me ocurre criar un girasol?


Una hora después de insistir con una historia que no termina de hornear, de mirar  desde la aridez una biblioteca que a borbotones trata de ayudar, vuelvo a mirarla y a preguntarme nuevamente, ¿ ei, y ahora, que hace mirando la pared?. Hay un sol, ahí, afuera, que la abriga, que la envuelve, que le llena de blanco en esa mañana de junio, pero ella, la muy girasol, mira a la pared. 


Una hora después caminé hasta ella y lo hice: giré el rostro pleno de la flor hacia la mismísima plenitud del sol. A donde pertenece. Ahí tenés sol, capaz y no te diste cuenta. (No se si fue un gesto solidario o un reproche)


El sol de las 10.00. A mi me resultaba imposible mirar. Lo deje allí, al girasol, arrollado por la luz en el rostro amarillo sol, mirando hacia el ventanal de deliberadas cortinas des-corridas. Baje a tomarme un desayuno. Los deje solos. Los presenté: Sol, girasol, girasol, sol.


No demoré mas que 20 minutos: una tostada, muy tostada, manteca, mermelada de Areguá y el café arábigo de Canindeyu. Tras enjugarme la boca y dejar que la sagrada bebida hamaque su ultimo trago en la maravillosa lengua; subí de nuevo a la biblioteca. Maldición. Se había nublado. No había sol. El pajero sol se perdió en la nubosidad durante el tiempo en que estaba desayunando. 


El girasol  hundía sus ojos en los nubarrones desgraciados de otoño, oscuros como un vaso de Eiti Leda, jamás volviendo la cara hacia la lámpara encendida. Siempre desolada, nunca insolada. Un gusto conocerla girasol ingirasol y de aprenderla y de gozar, mas tarde, de tal inmensidad.-


Ads/Feb.23.-










ESE PENAL DE TRIKI TRAKA

 


ESE PENAL DE TRIKITRAKA

Payaso de oficio, trabajaba en cumpleaños y eventos escolares. En cada circo que llegaba al pueblo tenía  su lugar como los músicos locales que hacen de “teloneros” cuando viene un consagrado de afuera. Pero TRIKITRACA tenía otra virtud: era muy buen wing por derecha y como tal aparecía los domingos ( obviamente sin nariz de payaso ni cara pintada) en el cuadro principal del Deportivo Juventud Cristiana de mi pueblo. 

El 87 fue un año especial para TRIKITRAKA porque convirtió goles, lo entrevistaban en la radio y lo contrataban en más cumpleaños por la popularidad de su buen desempeño. 

Era interesante porque en los partidos los relatores no le decían  Eusebio Winston González como se llamaba sino seguían aludiéndolo con su nombre de payaso. Que buena delantera aquella del Juventud Cristiana del 82 : TRIKITRAKA por la derecha, Mario Gerialberto Rodriguez por el centro y el gringo Johnson, cariñosamente llamado “Guinea rupi a” ( por sus pecas) corriendo por el andarivel izquierdo. 

Payaso! Le gritaban a veces y él giraba el rostro y se reía y el que le gritaba debía tragarse la torpeza de una obviedad. Algunos dicen que en las tensas aglomeraciones esperando un córner llegaba a contar chistes que causaban la hilaridad de compañeros y adversarios. También cuentan que ese año brillante del Juventud Cristiana los directivos tuvieron que pagarle varios domingos a TRIKITRAKA los honorarios caídos de un cumpleaños que debió desagendar por el compromiso de vestir la verdiroja, los colores del equipo.

Una vez ya hacía el final del campeonato vino al pueblo el Circo Panamericano, grande, de esos con elefantes y camellos y nuevamente lo contrataron al TRIKITRAKA. Aún estaban por el pueblo en la final del campeonato y nadie se olvida del gesto de sus compañeros del circo, por lo menos siete enanos, la mujer que se colgaba de sus trenzas, el domador de elefantes y el hombre las alto del mundo que fueron a mirarlo y a alentarlo todo el tiempo. 

Pero el gesto que todos valoraron  y por el cual agradecieron por altoparlantes al dueño del circo, el Sr Nolan Herwklgrinhagem, ( gracias señor Nolan le dijeron ) fue el haber facilitado que el propio elefante “Jumbo” entre a hacer una caminata olímpica por la cancha antes del partido final llevando sobre el lomo la bandera de la municipalidad del pueblo y al hijo  del intendente.
 
Una vez que empezó el compromiso dejaron al elefante a la sombra de un mango del sector de los vestuarios de visitantes y todos disfrutaron de esa final inolvidable.

La fiesta hubiera sido completa si no fuera por aquel penal que decidía la suerte del campeonato. Fue siempre el gringo Johnson el penalero del club y nunca TRIKITRAKA, pero sonó tan conmovedor que los siete enanos, el hombre más alto del mundo, la mujer colgante y todos los extraños circenses corearan el nombre de TRIKITRAKA a la hora del penal definitorio que el técnico - tocado en sus fibras - dijo con seguridad : que chute TRIKITRAKA.

El payaso ante la pelota que definía el campeonato y el buen arquero de Puerto Esperanza, Benedicto Mancuello, frente a frente, con tanto silencio a su alrededor, pero con tanto silencio expectante, que se podía escuchar la respiración del elefante che. 

Ni los relatores decían nada. Todos sabían que ese gol era la gloria para el barrio más populoso que había levantado la cancha con el esfuerzo de sus socios albañiles, que sostenía el equipo con contribuciones solidarias y que cada domingo pagaba la entrada, a veces prestado una Plata que no tenían. 


TRIKITRAKA retrocedió, y siguió retrocediendo, para muchos retrocedió demasiado, tanto que su arquero le topetó antes de llegar a su propio arco.

Del otro lado el arquero firme golpeando las manos enguantadas de manera intimidante. Se observaba con relativa facilidad como el temor palidecía el rostro del payaso enfrentado a singular compromiso de inconmensurable importancia para la multitud que vino a alentarlos. Y pegó la corrida, ya en el trayecto se dio cuenta que había retrocedido demasiado, llegó como cansado a la pelota y le pego con demasiada vehemencia a la útil. Ella voló por encima del arco, por encima del alambrado perimetral y por encima de la gradería visitante y solo fue recuperada por el Chicho Vazquez al dia siguiente, en sus giras aerobicas por el muro de Pilar.

 
Los que ese domingo fueron a la cancha con la ilusión de ver a Juventud Cristiana campeón,  por primera vez, primero se miraron estupectos del dolor, pero de inmediato la rabia les trepo por el cuello y reclamaron furiosos y compungidos el porque le entregaron el penal a “ese payaso”. Un pire vai jefe se apoderó de la multitud. 
La cosa empeoró y hubo conatos de violencia y le lanzaron thermos, aquellos de aluminio, naranjas y la montura de un caballo, al equipo mientras salia. Trikitraca se perdió.

Los enanitos, la mujer colgante y el hombre más alto del mundo retornaron en medio de improperios por haber “mufado” el partido, y adoptaron - por seguridad- volver a la calle a lomos del elefante y con ellos treparon al propio Trikitraka. Espumaba la boca sucia de la barra brava local contra la singular comitiva en retirada. 

Algunos dicen que uno de los enanos iba gritando que los atropellarían con el elefante si pasaban a la agresión física contra ellos, pero eso solo lo escuchó el Japonés Burgués que exageraba las cosas.

Mi amigo Felipe quien estuvo allí me contó que le retaron hasta al elefante esa tarde de frustración inconsolable. Hasta al elefante le recordaron de su madre, pobre paquidermo que seguramente no entendía nada de fútbol”, reflexiono el sabio de Felipe . - 


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